Floreal Gorini, el gran constructor
"Nuestro movimiento está lleno de personas de coraje y voluntad transformadora, generados por el ideal de un mundo mejor, que luchan por su concreción. ¡En esa lucha se nos va la vida, pero es una linda forma de vivir con amor y dignidad!"
Esto afirmaba Floreal Gorini en el que sería su último discurso. Y, si algo caracterizó su vida, fue la lucha, y una búsqueda constante de los caminos para alcanzar ese mundo mejor. Nacido en el barrio porteño de Villa Crespo el 15 de octubre de 1922 en un hogar de militantes comprometidos con el cambio social, lo que le permitió nutrirse de aquellos valores desde niño. A los 21 años, ingresó a trabajar en una fábrica de sombreros, en la que llegó a ser segundo jefe del sector de la tintorería. Dos años después, fue despedido por su participación en una huelga. La segunda experiencia laboral fue en el Banco Industrial, al que ingresó en 1945. Allí, desarrolló una intensa actividad sindical que lo llevó a ser, luego de 1955, secretario general adjunto de la Asociación Bancaria y, uno de los líderes de las huelgas bancarias de 1958 y 1959. Cómo represalia por esa lucha consecuente, miles de dirigentes sindicales fueron despedidos, entre ellos Floreal. En setiembre de 1960, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, que había comenzado su actividad en la ciudad de Rosario, decide instalar una sede en la ciudad de Buenos Aires y los dirigentes porteños convocan a Floreal como gerente de la misma por sus conocimientos bancarios y su trayectoria social. En 1973, asumió la gerencia general del IMFC y, cuando se jubiló en 1992, lo designaron para integrar el Consejo de Administración como secretario, valorando su rica experiencia y su capacidad de conducción. Finalmente, en 1998, fue designado presidente del mismo.
Más allá de su labor específica, Floreal Gorini fue una figura fundamental en la vida del cooperativismo de crédito. En 1966, luego del golpe de Estado que se ensañó brutalmente con el movimiento, tuvo un rol decisivo en el diseño de la estrategia para la defensa de las cajas de crédito. Del mismo modo, Gorini, marcó el rumbo del Instituto en el peor momento de la historia de nuestro país, cuando se impuso la dictadura cívico-militar genocida de 1976 y las Cajas debieron transformarse en bancos cooperativos. Lo guió siempre su visión del cooperativismo transformador, desde la que se paraba para afirmar que había dos tipos de cooperativistas: los que ven a las cooperativas como una forma eficaz de resolver sus necesidades organizando empresas dentro del sistema capitalista; y los que entienden a las cooperativas como instrumentos de transformación, confrontando ética y económicamente con el sistema capitalista. Cuando mediaban los 90 y el neoliberalismo amenazaba con el triunfo del pensamiento único y el fin de la historia, nuevamente Floreal marcó el rumbo: "El avance hacia la concreción de la utopía requiere muchas batallas, pero sin duda, la primera es la batalla cultural", afirmaba mientras ponía manos a la obra para concretar el Centro Cultural de la Cooperación que hoy lleva su nombre.Estaba convencido de que el pueblo debe buscar la solución a sus problemas a través de su unidad y de su participación: "No puede ser espectador de la vida. No puede ir del trabajo a casa y con eso estar cumplido, no puede ver pasar la vida a través de la pantalla del televisor. Tiene que ir a la plaza, al comité político, a la cooperativa. Tiene que ocupar un lugar activo en la sociedad: eso es el proyecto cultural del Instituto".
Fue diputado por el Partido Comunista en el período 1995-1997. Fueron años de actividad febril, en ese corto lapso, Gorini presentó 35 proyectos de Ley, 81 de resolución y 97 de declaración. Entre los proyectos de Ley, merecen destacarse los referidos a la reducción de la jornada de trabajo sin quita salarial, la participación y control de la sociedad en las políticas sociales, la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida, la reformulación de la ley de radiodifusión, para que se permita a las cooperativas de todas las ramas a brindar prestaciones vinculadas con la comunicación y la derogación de la Ley Federal de Educación. Austero y coherente, Gorini era de los que viven como piensan. Trabajador infatigable, conjugaba la aptitud para interpretar con extraordinaria capacidad crítica las circunstancias que lo rodeaban, elaborar los fundamentos para tomar la decisión más acertada y, al mismo tiempo, estar abierto al conocimiento de todo lo nuevo y cambiante. Lo invariable, en ese contexto, era el compromiso con la misión que le había dado a su existencia: hacer realidad los ideales humanistas de una sociedad justa y solidaria.
Falleció el 3 de octubre de 2004, pero su vida se proyecta en la infinidad de realizaciones que pensó y puso en marcha.