Un nuevo aniversario en la cultura de Nuestra América
por Alexia Massholder
Roberto Fernández Retamar es sin duda uno de los intelectuales más destacados de América Latina. Su nombre ha recorrido el mundo como un ejemplo de intelectual revolucionario. Desde la creación de la Casa de las Américas, trabaja con Haydee Santamaría en lo que será uno de los "semilleros" de la intelectualidad crítica del proceso revolucionario cubano.
Su ensayo quizá más conocido, Calibán, está por cumplir cuarenta años. Un ensayo que interviene de manera contundente en muchos de los debates intelectuales de aquellos agitados años de fines de 1960 y principios de 1970.
Desde aquí, conmemoramos este aniversario publicando unos breves fragmentos de la entrevista que tuvimos la suerte de hacerle en noviembre del 2010.
¿Podría decirme cómo llega usted a la política?
[Piensa] Qué pregunta... (risas)
Es que no soy una personalidad especialmente política, soy un escritor, lo soy de muy temprano. Pero inevitablemente si yo no fui a la política la política vino a mí. Y diría por una parte que fue temprano y por otra parte que fue en la madurez porque tempranamente, cuando yo era alumno de la Universidad de La Habana me vinculé a grupos de izquierda que había en la universidad. La Federación Estudiantil Universitaria tenía una serie de comités además, para distintas cosas positivas, contra la discriminación racial, a favor de la República Española, etcétera. Yo pertenecí a esta última, y cuando en diciembre, creo, de 1949 visitaron, uestes franquistas en misión política, yo participé como otros compañeros en un boicot que se le hizo a una conferencia que iban a dar y eso terminó cómo tenía que terminar y algunos de nosotros fuimos presos, Antonio Núñez Jiménez ... Hubo cuatro presos. De manera que digamos que a la política había entrado así...
A los golpes...
Es difícil. Por lo menos era difícil para quienes nos formamos digamos en la década del ´40, a raíz de la terminación de la llamada Segunda Guerra Mundial que la política no entrara de alguna manera en nuestra vida.
¿En su casa se vivía la política también?
Sí, mi familia no era una familia política pero era una familia de mucha inquietud espiritual que incluía el rechazo a los gobiernos malos que tuvimos, a las dictaduras. Mi padre y mi madre combatieron contra la dictadura de Machado, la dictadura de Batista. En este último caso, cuando ocurría lo de Batista yo pertenecí a un movimiento que se llamaba Movimiento de Resistencia Cívica, reuníamos dinero para mandar a la sierra, yo escribí nos artículos en la prensa clandestina. Pero desde luego cuando la política entró fuertemente en mi vida fue a partir de 1959. Con el triunfo de la Revolución Cubana que fue una eclosión inolvidable. De hecho, yo que había sido profesor, que era profesor de la Universidad de La Habana, pero había sido profesor entre el año ´57 y el año ´58 en la Universidad de Yale En los Estados Unidos, tenía una invitación de la Universidad de Columbia en Nueva York para ir a ser profesor allí, cuando Nueva York es una ciudad que a mí me gusta mucho desde que la visité cuando tenía 17 años y Columbia University, la Universidad de Columbia, que era muy apreciada, era y es muy apreciada por mí. Debí haber ido más o menos en el mes de abril a iniciar mis cursos ahí. Pero al triunfo de la Revolución decidí declinar esa honrosa invitación y quedar en cuba a servir a la Revolución. De manera que a partir de ese momento en forma fuerte la política entró en mí. Y aunque soy esencialmente un escritor no soy indiferente a las cuestiones políticas como es natural. Y por otra parte he tenido alguna responsabilidad en el país, por ejemplo, en el año ´59 me hice periodista escribiendo para el periódico Revolución; en el año ´60 estuve en París como consejero cultural de la embajada de Cuba en Francia; en el año ´61, de vuelta a Cuba, contribuí a fundar la Unión de Escritores y Artistas de Cuba de la que fui secretario junto a Nicolás Guillén que era el presidente hasta finales del ´64. En el año ´65 pasé a trabajar aquí en la Casa de las Américas a dirigir la revista, desde el año ´65 estoy dirigiendo la revista Casa de las Américas. Últimamente comparto esa dirección con un compañero de la Casa de las Américas mucho mas joven, que se llama Jorge Fornet, los últimos números lo tienen a Fornet como codirector. Y en el año 1986, cuando se retiró el que era entonces presidente de la Casa de las Américas, pasé a presidir la Casa de las Américas. Y para terminar con este breve panorama de mi relación con la política, en el año 1998 fui electo diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y fui electo miembro del Consejo de Estado. De manera que ese escritor, a quien se asomó varias veces la política, ahora está más dentro de la política.
¿Cuál es su relación con Argentina, históricamente?
Yo publiqué un libro en el año ´93 que de llama Fervor de la Argentina, ese año, lo publicó Ediciones del Sol, en Buenos Aires. Ese año se cumplían 70 años de Fervor de Buenos Aires, el libro de Borges y decidí llamar ese libro, en homenaje a ese lejano libro de Borges, Fervor de la Argentina. Y allí recorrí muchos textos míos sobre Argentina y también cartas, poemas, materiales que me han enviado escritores argentinos. De manera que el libro no es enteramente mío. Es parte mío y parte de textos de figuras argentinas. Hay cartas de Martínez Estrada por ejemplo, poemas de Juan Gelman, Paquito Urondo, que tanto quise, hay una carta de Langer, la gran psiquiatra, hay mucho material, poemas de César Fernández Moreno. Hay mucho material de argentinos, y textos míos sobre Argentina. Y ahí explico, en el prólogo de ese libro yo explico mi relación con Argentina. Es una relación muy explicable, valga la redundancia, porque yo nací en el año ´30. En el año ´39 fue derrocada la República Española de donde venía una gran cantidad de los libros que recibíamos. Entonces nos quedamos... en Cuba no había editoriales literarias como ahora que hay tantas editoriales. No había editoriales literarias. Teníamos muy pocas revistas culturales. Entonces dependíamos culturalmente de Argentina o de México. De Argentina sobre todo nos llegaba publicación literaria, y de México sobre todo publicaciones sociales. Eso explica mi vínculo con Argentina. Cuando leí un libro muy lindo de María Elena Walsh, que se llama Novios de antaño, me sentí muy conmovido porque ella hablaba allí de los actores argentinos que yo también había visto de niño, Luís Sandrini... me fui dando cuenta hasta qué punto la Argentina estaba muy viva en mí por estas razones objetivas. Argentina era la fuente cultural mayor que teníamos nosotros. Sus ¿??? De lengua española. Yo he sintetizado esa relación con tres títulos de revistas: Billiken, Leoplan, Sur, eran mis tres revistas. Por cierto que también leí una revista que hoy no se suele mencionar mucho que se llama Expresión, una revista donde estuvo Agosti, si no estoy equivocado. Bueno, era mucho, era muchísimo lo que nosotros le debíamos a la Argentina. Mi generación está marcada directamente por esa esencia.
¿Cuándo ingresa en el Partido usted?
En el año ´79.
¿Y por qué en el ´79?
Porque fue cuando se creó el Partido en la Casa de las Américas. El Partido se iba creando en las instituciones, a través de asambleas para escoger a los trabajadores ejemplares, procesos. Y en la Casa de las Américas eso ocurrió a finales de los ´70, en el ´79. O sea, esa es la razón por la cual entro a militar en ese momento, porque era el momento en el que se crea el núcleo del Partido en la Casa de las Américas.
¿Y cómo era en ese momento la relación entre el Partido y los intelectuales? El ´70 por lo que tengo entendido fue un momento...
Si, la época mala fue los ´70. Hubo un crítico muy importante de Cuba, quizá el mejor crítico que tenemos de narrativa, Ambrosio Fornet le llamó a ese momento el quinquenio gris. Otros dicen que era más que un quinquenio, que duró más tiempo, pero la realidad es que los primeros 5, 6 años de la década del ´70 fueron difíciles para la vida intelectual del país. Se cometieron errores realmente.
¿Y cómo fue su experiencia particular en ese quinquenio gris?
Yo tuve la enorme suerte de trabajar en la Casa de las Américas bajo la conducción de Haydée Santamaría. Haydée Santamaría fue una figura maravillosa. Había sido... era una heroína de la Revolución, había estado con Fidel en el asalto al Moncada, allí le mataron a su hermano y a su novio, terrible, estuvo en la Sierra Maestra, estuvo en su vida clandestina, y por ahí tengo su retrato [señala], esa es ella. Cuando fue Presidente de la Casa de las Américas. Y yo creo francamente que la presencia de Haydée impidió que en la Casa de las Américas se cometieran esas estrecheces que se estaban cometiendo entonces en el quinquenio gris. Lo mismo cabe decir se otras instituciones Cubanas. El Ballet Nacional de Cuba, con Alicia Alonso a la cabeza también se opuso a esas medidas estrechadoras. El Instituto Cubano del Cine, el INCAIC, también se opuso con una figura muy importante a su frente, Alfredo Guevara. Son instituciones que impidieron que esas medidas llamémoslas así, estrechadoras, entraran en sus predios. Este es el caso... yo siento que de no haber sido por la presencia de Haydée mi situación no hubiera sido muy cómoda, por decirlo de alguna manera.
¿Y cuál es en su opinión el papel de la Casa de las Américas en este nuevo momento que vivimos?
En este nuevo momento, bueno, nosotros vemos con gran alegría que se haya creado el ALBA, con Venezuela, Ecuador, Bolivia, por supuesto Cuba, Nicaragua, algunos países del Caribe, que retoma la idea de los primeros libertadores de pensar nuestro continente como una unidad espiritual. Y a veces decimos que esta idea tan buena del ALBA ha sido la inspiración y la esencia de la Casa de las Américas desde su creación en 1959. O sea que creo la Casa de las Américas ha desempeñado un papel importante. No voy a hacer el elogio de la Casa de las Américas porque no se puede ser juez y parte, estoy tratando de ser lo más objetivo posible. Cuando pronto, en los primeros años de la Revolución los distintos gobiernos latinoamericanos, entonces no era independiente todavía el Caribe de lengua inglesa, cuando esos países rompieron relaciones con Cuba, todos, con la excepción de honrosa de México, la Casa de las Américas fue una de las instituciones también lo fue el Instituto del Cine, que hicieron posible una intercomunicación con los intelectuales de América Latina. Y en este sentido creo que la Casa desempeñó un papel muy importante, lo digo con objetividad, sin pretender hacer elogio de lo que no necesita ser elogiado. Creo que la Casa ha contribuido a estrechar vínculos, y en estos momentos esa no es sólo la posición de la Revolución Cubana, es la posición de muchos países, incluso de países que no están en el ALBA pero que tienen gobernantes decorosos. Lula en Brasil, Kirchner, cuya muerte nos ha dolido, y Cristina en la Argentina, Michelle Bachelet lo fue en Chile, Correa lo es en Ecuador, por supuesto Chávez en Venezuela. Ya es un creciente número de países latinoamericanos con cuyos gobiernos estamos de acuerdo. Porque al principio, la Casa de las Américas no estaba de acuerdo con ningún gobierno de América Latina, estaba de acuerdo con los intelectuales de esos países, las relaciones eran con los intelectuales, escritores, artistas, pensadores de esos países. De manera que ahora creo que la Casa vive un momento esplendoroso, porque la idea que eran sólo de la Casa de las Américas y de muchos intelectuales de América Latina y el Caribe hoy en día son realidades políticas en no pocos países de nuestra América.
¿Se arrepiente de algo?
Me arrepiento de muchas cosas pero sobre todo asumo todas las cosas que he hecho como mías, como responsable. Yo creo que no es fácil llegar a los 80 años sin haberse equivocado muchas veces uno, pero lo que no tiene sentido es que vaya a presuponer que esas cosas las hizo otra persona. Las hice yo, forman parte de mi realidad, forman parte de mi vida, y las asumo como parte de mi vida. No me arrepiento por lo que hubiera podido hacer mejor, en muchas ocasiones muchas cosas.
¿Un gran sueño en su vida?
El gran sueño de mi vida es el sueño de la humanidad, que vive un momento ten difícil, tan extraordinariamente difícil. En América Latina, por el contrario, se vive un momento político importante, interesante. Pero en el resto del mundo se está produciendo una derechización considerable. Y hoy en día existe el peligro sobre el cual ha insistido mucho Fidel incluso, de una conflagración atómica que podría ser el fin de la vida en el planeta. Desgraciadamente hay tantas armas atómicas que pueden destruir muchísimas veces la vida en el planeta. Entonces mi sueño es el sueño de la humanidad, que la humanidad sobreviva, que no pasemos a ser como los dinosaurios o los pronto saurios, cosas del pasado. Que la humanidad tenga un porvenir justo. Que se acceda a formas de vida más positivas, con un nombre u otro, eso no interesa. Chávez le ha llamado el Socialismo del Siglo XXI, un nombre decoroso, pero llámese como se llame mi sueño es que la humanidad sobreviva y que conozca proyectos y realidades positivas para nuestros pueblos.
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