Libros electrónicos: limitaciones para los lectores, negocios para los editores | Centro Cultural de la Cooperación

Libros electrónicos: limitaciones para los lectores, negocios para los editores

19/07/2010

La situación actual en el tema de los libros electrónicos recuerda mucho a la vivida por la música hace algunos años, cuando a ninguna discográfica se le ocurría vender una canción sin algún mecanismo de protección y cuando los ejecutivos estaban más interesados en su soporte físico, el CD.

Ninguna gran editorial recibe el libro electrónico con buena cara. Es una molestia, un estorbo, una amenaza al modelo de producción que han sostenido durante años. Es inevitable, y por eso hay que prepararse para su llegada, pero cuanto más tarde en extenderse mejor les irá.

Esto puede notarse, entre otras cosas, en la pobre producción de alguno de estos libros, muchas veces un volcado de la edición de papel en un archivo de texto y que no pasa por la más mínima prueba de corrección de formato o estilo.

También habla del otro gran problema del libro electrónico. La ausencia del elemento social, la imposibilidad de hacer algo tan natural como "prestar" un libro a un amigo. Como dije ayer, la nueva aplicación de Barnes & Noble para iPad y su lector propio, el Nook, permiten hacerlo siempre que  el destinatario tenga los mismos elementos y durante un tiempo máximo de 14 días.

Pero incluso este sistema es absurdo y complejo comparado con la facilidad con la que se presta un libro impreso en papel. Para las editoriales el miedo está en la copia. Cuando le damos a un amigo una novela impresa en papel nosotros perdemos la posibilidad de usarla y leerla. En el mundo digital, en cambio, el préstamo no tiene sentido porque requiere más esfuerzo que realizar una copia exacta del archivo. Copiar y enviar es más fácil que copiar, añadir una fecha de "caducidad", enviar y bloquear el propio archivo mientras la copia permanece "viva".

Por supuesto esto acaba degenerando en otros problemas y limitaciones. Al añadir métodos anticopia los libros acaban enganchados a una plataforma concreta. EPUB es un formato estándar en la industria pero carece de un sistema estándar de protección, así que acaba compañía puede usar el que le plazca sobre la especificación "común". El resultado es un libro que teóricamente se "compra" pero que en realidad sólo se alquila.

Para el lector, al final, optar por buscar un texto en redes P2P acaba siendo una solución más cómoda y eficaz que tratar de seguir la vía "legal". Esto también pasa en otros sectores como el de los videojuegos o el cine. El que compra el juego o la película original es el que sufre las molestias de los mecanismo anticopia y las interminables "advertencias legales" que no pueden saltarse con el mando a distancia. Algunas compañías y estudios comienzan a cambiar su actitud pero las editoriales parecen decididas, por ahora, a lastrar el libro electrónico y mantener su negocio en el papel.

Fuente: El gadgetoblog

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