"Recordar el silencio" por Graciela Browarnik
"Conocemos todas las tonterías que hemos cometido durante un millar de años, y en tanto recordemos esto y lo conservemos donde podamos verlo, algún día dejaremos de levantar esas malditas piras funerarias y arrojarnos sobre ellas. Cada generación, habrá más gente que recuerde. <...> y cuando nos pregunten lo que hacemos, podremos decir: estamos recordando"
Fahrenheit 451 - Ray Bradbury.
Muchas historias comienzan con un: "Había una vez". Esta historia tiene como inicio un largo silencio y un sinfín de interrogantes. ¿Cómo encontrar las palabras mágicas para entrar? Tal vez no haya nada de magia en la vía que nos conduce a la interpretación del pasado reciente, una vía tortuosa, oscura, silenciosa y ambigua. ¿Cómo acceder entonces al relato, decodificar los silencios y las voces? ¿Cómo procesarlos, remontando los propios silencios, la exigencia de contar? ¿Cómo explicar la necesidad de escribir, de dejar constancia por escrito de la existencia de preguntas, miedos persistentes, restos de un pasado diluido? ¿Cómo resolver esta necesidad de dar fe de la existencia del pasado, de testificar acerca del recuerdo del objeto para evitar que desaparezca definitivamente el objeto de recordar? Este trabajo intenta presentar historias que permanecieron en los márgenes, en los bordes, en un intento de revelar el ambiente subjetivo del pasado reciente, mostrando puntos de vista diversos, las voces y los silencios que pueblan la memoria de los '70 en Argentina. Estos relatos basados en 70 entrevistas a hijos y familiares de desaparecidos, militantes de base, vecinos y testigos ocasionales, fueron tomados entre abril de 1996, a 20 años del golpe militar de 1976 , y junio de 1999 a partir de un doble juego de necesidades: La necesidad de contar y la de escuchar, la de escribir y tratar de impedir que el pasado se olvide. De allí la necesidad de convertir los silencios en texto, transitando a través de un oscuro paisaje poblado de miedos, desconfianzas y prejuicios para recuperar la antigua costumbre de recordar, el don de trasmitir colectivamente las huellas del pasado. Por eso, tal vez la palabra mágica no sea memoria, sino recordar. Recordar significa tener memoria, pero también despertar, poner en armonía y volver al corazón, volver a pensar el pasado como objeto de la historia, un espacio crítico y de interpretación. Este trabajo es una exploración acerca del silencio tendido alrededor de la búsqueda de sentido en la historia argentina reciente y la resistencia a buscar respuestas.
¿Por algo habrá sido? Esta simple pregunta, remite a un mundo de significaciones que navegan entre el imaginario social y la propia vivencia del pasado. También nos revela el conformismo de quienes aceptaron ese "algo" confuso e indefinido, como única respuesta a la compleja trama de significaciones que rodean el problema de la desaparición de personas en la última dictadura militar ¿Cómo preguntar acerca de la lógica del horror? ¿Tiene sentido hallar racionalidad en el crimen? La existencia de alguna explicación ¿justifica lo pasado? ¿Se puede conciliar el concepto de utilidad-inutilidad, con el de vida-muerte? Tal vez la esencia del crimen, sea el no estar limitado por un encuadre lógico. Al no existir razones ni respuestas claras, todo es posible, y el miedo permanece latente. En este espacio se intentan traer a la luz algunos de los interrogantes que conforman el imaginario social acerca de la desaparición de personas durante la última dictadura militar. Interrogantes que aún hoy nos llenan de dudas. Lo que sigue es una pequeña muestra de relatos de quienes sobrevivieron en los márgenes de esa historia. Este es un intento de unir algunas voces que no responden, sino se preguntan acerca del sin sentido del pasado. Los fantasmas que pueblan nuestra memoria, obviamente no descansan en paz. ¿Podemos sin embargo, dar vuelta la hoja, mirar hacia atrás y no hallar respuestas? ¿Cómo abandonar el parámetro personal para aplicarle categorías macro, cuando el recuerdo remite a lo íntimo, cuando, si existe un sentido Se acerca más al "sentir" que a la lógica? Por otro lado ¿A partir de qué racionalidad se puede sostener el sin sentido de la ausencia, la falta de respuestas, la dimensión del daño cometido? Una sociedad que no entierra a sus muertos ¿Puede permitirse desenterrar el pasado para su análisis y posterior inclusión en una historia común? ¿Puede el ejercicio de la memoria remediar las ausencias "legalizadas por decreto"? Responder acerca de este desconcierto es, en parte, contribuir a la construcción de un espacio para las historias que han permanecido disueltas en nuestras conciencias; ocultas en los silencios, a pesar de los numerosos indicios que denuncian que aquí nada ha sido enterrado y aún cuando parezcan sumergidas en medio de tanta confusión. Estos relatos se inscriben allí, en el territorio de los afectos negados, allí donde las razones dejan de tener sentido. Se trata de un entrecruce de relatos de actores sociales provenientes de diversos sectores. Este es un recorte en el cual intentamos profundizar nuestro trabajo anterior, historias detrás de la puerta, en el cual habíamos señalado los diferentes matices a partir de los cuales la posición con respecto al pasado influía tanto en la interpretación del mismo como en el sustento moral de dicha interpretación. Este texto es tan solo una búsqueda de sentido atravesando, entrelazando, superponiendo diferentes modos de mirar el pasado. Relatos en los márgenes A partir de las entrevistas encontramos diferentes explicaciones relacionadas con la edad, la distancia y la posición política y social frente a pasado reciente: -Aquellas que intentan borrar o negar el pasado reciente. -relacionadas con las transformaciones en el mundo de lo cotidiano a partir del hecho. -relacionadas con mandatos y discursos del espacio público. De eso no se habla... La desaparición de personas se convirtió durante más de 20 años en un tema tabú dentro de la sociedad argentina. No hablar preservaba la vida propia y ajena. Alimentado por el mal llamado sentido común que suele confundir el saber con lo que ya no encierra problemas, al silencio del espacio tabuado se le sumo la tácita aceptación de las justificaciones. Por algo habrá sido, por algo será se convirtió en respuesta unívoca a todos los resquemores de tipo moral que pudieran aparecer. Sin embargo, el espacio del secreto no era un lugar seguro. Es un espacio de frontera entre lo que se imagina, lo que angustia, cosas que no se pueden mirar sin riesgo de muerte, expresado a través de signos y de códigos que sólo se comprenden dentro del grupo de pertenencia. Un pasado que pesa demasiado requiere aprender a olvidar adrede; pero la naturaleza del hombre, hecho de la superposición de experiencias vividas, no puede evitar que afloren a la superficie las capas antiguas. María Francesco. Vecina de La Plata. Entrevista realizada por Natalia Zuazo y María Marta Aversa para el archivo de la memoria de la Asociación Anahi el 29/5/99. Lo único que pasó acá en el barrio fue en la época de los extremistas, pero no hablo de esas cosas. Ya hace mucho. Hace 23 años. Ya pasó. Fue triste por el momento que se vivió, no porque nadie estuviera involucrado... M. Docente. 35 años. Entrevista 5/11/96 G- ¿Qué edad tenías? M- ¿Qué edad tenía sobre mi primer recuerdo del Golpe Militar? Más o menos tenía 11 años y lo que me acuerdo es que se sintió, en lo que yo percibí, porque en casa casi no se hablaba de política porque mi papá y mi mamá no son muy fanáticos del tema, o por lo menos con nosotros no se hablaba mucho ...este...además vivíamos en el campo, por lo tanto, ahí no pasaba nada, es que...bueno...era una salvación. Lo que yo percibía era que eran más o menos los salvadores, los que iban a poner orden, los que nos iban a salvar de la violencia...este...de los comunistas. Eso te lo digo como yo lo percibía de chica, que no sabía ni siquiera que eran los comunistas, pero sabía que eran malos. [Risas]. Eso de la percepción de chica ¿No? ¡Que eran mala palabra! Y bueno. Que éstos nos venían a salvar. O sea, éstos iban a ordenar la cosa y nos iban a sacar de encima todo esto, toda esta violencia, este...y...el tema de la inseguridad. No sé. Yo vivía en el Interior, y se decía que en Buenos Aires, ¡qué sé yo! Por ahí ibas a una plaza y encontrabas una lapicera y que era una bomba, o un cochecito. ¡Entonces como que te daba un miedo venir a Buenos Aires! Y bueno. Y me acuerdo que en los primeros años de la presidencia de Videla, en verano, no sé en qué mes fue el Golpe, no me acuerdo. G- En marzo. M- ¿En Marzo? Entonces fue el año siguiente, o sea, el 77 o en el verano del 78, pero ahí, porque yo era muy chica. Yo nací en el 65. Estábamos en misa, en Pinamar, y me acuerdo de que entró Videla con algunos más a misa. Y...este... ¡y yo me acuerdo que me emocioné toda! Porque, qué sé yo! La primera vez que veía a un presidente tan cerca! Pero además, a Videla, que era el que nos había ordenado! Y qué sé yo ¿Viste? Como que para mí era como el Papa ¿No? Una cosa así, buenísimo! ¿No? Buena persona. Te estoy hablando desde mi imaginario infantil ¿No? Desde mi conciencia infantil. Que yo además tampoco preguntaba, porque no me interesaba. Tenía una realidad completamente ajena a todo esto [...] G- Ahora que más o menos salieron cosas a la luz ¿Qué idea tenés? M- Y bueno... ¡Creo que la que tenemos todos! C. Psicólogo. 39 años. Entrevista 27/5/98 Mirá, una cosa que recuerdo de pronto es la policía entrando a la tribuna de Boca porque la hinchada cantaba la marcha peronista. Por eso la policía entraba a la bandeja de Boca y se los llevaba a todos. Los espacios muy grandes de encuentro estaban muy controlados. En ese momento como todas las cosas estaba muy naturalizado. Era lo que tenía que ser. A mí todo el tema de los desaparecidos me pasó muy lejos. Yo creo que en mi casa y en mi entorno ha circulado muy fuertemente eso de "algo habrán hecho". Recuerdo una anécdota muy personal. Una tía me contó que se llevaron a unos vecinos en Barracas y decía, claro, en algo andarían porque se escuchaba, mira que loco, ella escuchaba todas las noches una máquina de escribir, entonces infería que eso seguramente estaba ligado a alguna actividad subversiva. Recuerdo que el departamento de estos vecinos estuvo clausurado por años, pero en mi caso fue algo que pasó muy lejos... Gl. Docente. 44 años Entrevista 26/10/96. -¿Por qué creés que pasó? - ¿Qué pasó en esa época? El recuerdo que yo tengo es que yo era como si viera una película. Como que no...Como fuera de la cosa...No parecía real...A mí no me parecía real y a mucha gente. Sí. Cuando empezabas a hablar del tema era como una cosa que no era realidad. De todo. Lo que salía por la televisión. G- ¿Qué salía por la televisión? Gl- ¿Por la televisión? Eh...Salían los atentados sobre todo, los atentados contra el gobierno, contra los militares. Toda la cobertura del golpe parecía de otra...Sí, parecía una película, algo que no fuera realidad G- ¿Cuándo empezaste a creer que esto sucedía, a tener noticias? Gl- Yo conviví con mucha inconsciencia creo. Porque inclusive cuando yo entré en la facultad, ya en la facultad estaba todo limpio. No había, viste, un cartel, no había nada [...] Después del mundial empezó un poco más la conciencia de lo que estaba pasando [...] Con toda esta propaganda que hizo Amnesty, la gente empezó a tener más conciencia, se empezaron a saber más cosas. Se empezaron a saber cosas como que ahí en Libertador ¿Cómo es que se llama? En la ESMA había una cárcel popular, Bueno, una cárcel de detenciones [...] Todo el quilombo que se armó alrededor del Mundial era para tapar, para mostrar un país que estaba en orden [risas] un país que estaba bien [...] G - ¿Estaba en orden? Gl - Eh... [...] Y... Había un orden. Había un orden en el sentido de que lo que veías era ordenado. No había quilombo digamos. Aparentemente, podías andar por la calle, de hecho yo me movía libremente. G - ¿Y antes? Gl - No. Antes no. Antes había miedo. Antes de la... de Isabelita. Y que sí, había miedo en la gente [...] Yo no me acuerdo, pero había imágenes... Yo no me acuerdo mucho... Imágenes como: "Los que quieren romper el orden, los que quieren destruir la Nación". Bueno, era un poco el discurso de esa ideología, de la ideología de la estabilidad nacional, la Doctrina de la Seguridad Nacional [...] G - ¿Qué te producía la imagen de Videla? Gl - La imagen de Videla... Y... En un momento fue medio un santo ¿no? Y después de todo el juicio...En el juicio de él, por ejemplo, cuando empezaron a salir todas las cosas...la encarnación del demonio te podría decir que sería la imagen. Era una figura rara, ahora a la distancia. Porque es un tipo muy hierático, pero al mismo tiempo, no parecía tan frío... Inclusive después, cuando fue su proceso de juicio, hasta parecía increíble que ese tipo pudiera haber hecho todo eso [...] Verónica. 21 años. Estudiante de sociología. Entrevista 14/9/99 Abel, mi tío está exiliado y yo siempre supe eso, pero no recuerdo que nunca me lo hayan aclarado. Incluso en la primaria tampoco, yo sabía que mi tío estaba exiliado. Pero no sé si sabía porque estaba exiliado. En primer año le pedí a mi mama que me comprara el Nunca Más y La Noche de los Lápices. Mis compañeras de colegio defendían el indulto, pero no me acuerdo que la maestra hablara de eso. Yo me entere que mi mama y mi papa no sabían que había desaparecidos, supuestamente, y cuando estábamos en Suecia, que teníamos parientes, les contaban por la información que llegaba y ellos lo negaban y decían, no, ¿cómo puede haber campos de concentración? y yo no lo puedo creer. De hecho mi tío se fue exiliado por razones políticas. Ellos dicen ahora que vivían en un tupper pero... Nunca nadie me hablo de nada. A mí la bronca que me daban Videla, Massera, Agosti o quien fuese, pero más me daba además habían hecho que mi tío estuviera viviendo en otro lado y que no me hubiese conoció a mí. Me acuerdo que cuando empecé TEA, la escuela de periodismo, eran justo los 20 años del golpe, el día que nos hicieron hacer una crónica sobre eso, nadie sabía ni cuando había sido el golpe, ni más o menos que había sido, nadie sabía quién era Videla ni quien era Masera, y yo me fui llorando de indignación. La mayoría tenía mi edad, 18 años. Águeda. Hija de desaparecidos. Entrevista 20/7/96. En La Rioja vos sabes que hay muchos desaparecidos, a pesar de ser una provincia muy pequeña, por el tema de Angellelli y por la reforma agraria, por el tema del trabajo de la tierra. Era como un régimen feudal. A mi mamá la agarran en la calle en un operativo muy grande, participaron 10 personas en tres autos. Ella va saliendo del supermercado y se da cuenta que la persiguen. Se mete en una casa y dice me están persiguiendo. Esos vecinos tienen miedo, la sacan afuera, la entregan y se la llevan y a la misma hora entran a mi casa , estábamos los tres, mis hermanos y yo con mi papá, y entran tres personas, revuelven todo, lo tabican a mi viejo, le pegan, sale una vecina y nos agarra a nosotros tres y se lo llevan a mi papá. Lo que te puedo decir es que me quedó una sensación muy fea... Nunca supe donde estuvieron detenidos. Nunca supe nada...era como que no se hablaba. Yo nunca pregunté. Lo vivía con mucha vergüenza. La ciudad te llevaba a vivirlo así. ¿La gente sabía? La gente sabía y dejó de saludarla a mi abuela. Los vecinos cruzaban la calle para no verla. Yo me entero justo antes del juicio a las juntas. ¿Los pibes en la escuela hablaban del juicio a las juntas? A: ¡No! Los nenes a los 9 años estaban hablando de los Reyes Magos, si existían o no. Ese era el tema. A mí me costó mucho superar el tema de la vergüenza. No por tener los viejos desaparecidos, sino por el hecho de la cosa "anormal" que en un pueblo se nota mucho más. Yo el año pasado vuelvo a Córdoba, llego a la casa y nadie conocía la historia. Entonces llega el dueño y le pregunto si se acuerda de una familia que vivía aquí hace mucho tiempo y me dijo que había un matrimonio pero se fueron. Después de eso lo cerré. Nadie quiso alquilar ese departamento. Estuvo desocupado hasta el año pasado. No la habían pintado, no la habían refaccionado...yo me fui a Córdoba pero no sabía que iba a ir a mi casa. Ni yo podía creer lo que estaba haciendo. Me decía qué estoy buscando? Como si fuera a encontrar a alguien. Cuando abrí la puerta dije qué pasará adentro? Nada. No pasaba nada... Búsqueda de explicaciones a partir de las transformaciones del mundo de lo cotidiano En cuanto a los relatos que intentan buscar una explicación desde el mundo de lo cotidiano, en principio no parece muy clara la frontera entre lo público y lo privado, menos aún en aquellos que militaron o pertenecen a familias de militantes. En ellos lo privado parece relegado, postergado ante la urgencia de lo público. Allí se entrecruzan los mandatos desde el afuera con las exigencias de la vida presente. Los mandatos siempre son en algún lugar autoritarios. Recuperar el sentido, de la traición de la vida del padre, eso invade la vida privada. Ser militante en los 70 implica que lo privado estaba subordinado a lo social. Cómo construir un individuación con un mandato tan fuerte? Esto produce una gran tensión. La necesidad de resignificación no es olvido. Cuál es la legitimidad social que ella siente lesionada. Ella tiene una historia con una figura paterna sumamente valorada. El fantasma del olvido. Al cumplir con algunas cosas como involucrarse en el registro del pasado, lo inscribe en el patrimonio y cumple con el no olvido. Virginia Croatto. Hija del dirigente sindical montonero Armando Croatto. Entrevista 2/2/98 Yo no sé si tengo ganas de estar renegando de los 70, yo creo que si hay tareas ahora en los 90 es la búsqueda de los hermanos, que se perpetúe la memoria, lo que pasó, que quede grabado, ver cómo queda grabado. Cuando leí eso de "Usos del Olvido" fue increíble, ver eso de que está permitido olvidar. Fue increíble. Para mi siempre fue un pecado olvidar y está mal. Si algo fue doloroso no tengo que vivir todo el tiempo con ese dolor constante al lado mío, acordándome de ese dolor. Creo más en la otra parte, en la de la memoria pero reciclada. Eso de dar una nueva forma a algo viejo. Yo le decía el otro día a un chico lo que me cuesta no militar cuando mi papá militaba. Lo más importante de haber estado en HIJOS es que yo no podría hacerle las críticas que le hago a mi papá si no fuera por HIJOS. La posibilidad de que mi viejo se hubiera equivocado nunca hubiera entrado en mis variables de no haber estado en HIJOS. Los hijos de Montoneros somos hijos de varias derrotas. De la derrota de nuestros viejos, pero además que nos cagaron la cúpula. La conducción nos robó en parte el derecho de reconocernos como hijos de Montoneros. No me interesa pasarme la vida perdiendo... Viviana Nachman. 13 de junio de 1996. Su padre, el director de teatro Gregorio Nachman desapareció en 1976. No pertenecía a ninguna agrupación política, no fue visto en ningún campo de detención.
Tenía 13 años cuando lo vinieron a buscar. Me tuve que ir de Mar del Plata, se dividió la familia, no sabía qué hacer con la angustia, estuve una semana comiendo pan y queso porque enseguida volvía y lo estaba esperando. El hecho de que te pongan en la cabeza un "Por algo habrá sido ¿No?" Y vos pensar, después de muchos años de meditar: ¡Ojala, que por algo haya sido, porque si encima fue por nada! A mí la acción política, de todas maneras no me justifica nada. Yo sé que crecí sin mi viejo y eso me duele. No me importa si sirvió para algo más. Porque a mi no me sirvió crecer sin mi viejo. Y eso es lo que me parece más importante. Si políticamente sirvió o no, no sé. Probablemente no habría ahora un teatro en Mar del Plata que se llamara Gregorio Nachman, pero la verdad es que prefiero tenerlo a mi papa acá, haciéndome mimos. A nosotros, los de nuestra edad, en alguna medida nosotros conocíamos lo que era antes, sin conciencia, si querés sin conciencia política ni nada, teníamos idea de lo que pasaba. De cómo uno se movía con libertad. Yo era delegada de mi curso y yo decía: yo pienso tal cosa. Conciencia mínima del lugar donde estás viviendo y de las necesidades del lugar. , Eso se perdió con la dictadura. era natural! Era un... Una película. Vivir una película. ¿Qué quiere decir vivir una película? Uno nunca estaba afuera, ni aunque quisiera! Uno siempre estaba adentro. Aún cuando pudiera hacerse el tonto; pero que no estaba papi cuando volvías a casa, no estaba. Que mi vieja estaba en la cama... y... Estaba en la cama. Que mis hermanos ya no estaban en Mar del Plata... y.. No estaban. Querer hacerse el tonto, no podías hacerte el tonto. Podías ser menos consciente, menos aguerrido, Depende de las circunstancias. [...] Pero ¿Qué quería decir ser aguerrido en esa época? En esa época, 13, 14, 15,16. NADA. Una película de TERROR. G- ¿No podías entender porque tenías 13 o porqué? V- No! Yo tenía 13 años, me ayudaba mucho que fuera chica, no entender nada. Pero mi vieja no entendía mucho más que yo, de pronto viene alguien y te desarma la vida. ¿QUÉ VAS A ENTENDER? ¡Es imposible entender eso! Yo estuve un año a pan y queso, porque yo no me podía quedar dormida, porque iba a venir mi viejo e iba a encontrar a todos durmiendo. Entonces de noche yo no dormía. Dormía después de venir del colegio. ¿Por qué? Porque había que recibirlo a mi viejo. Claro que no entendía nada. G- ¿Y hoy qué pensás? V- Bueno. Es obvio. Yo no puedo negar una posibilidad de que esté amnésico en la China, como cualquiera de los 30.000. Ahora... ¡30.000 amnésicos en la China no pueden estar seguro! Yo supongo que a casi todos los exterminaron, ...pero te estoy hablando después de 20 años, con 34 años, y con una necesidad de cambiar de hoja. G- ¿Te sirve cambiar de hoja? V- Depende de cómo lo hagas. ¡Si vos cambiás de hoja negando lo que pasó, no te sirve para nada porque no recogés nada! Sí, me sirve a mí desde donde yo estoy. Yo pude construir una vida muy linda, con mucho amor, con mis dos hijos, con Andrés, con Martín. G- ¿Se puede dar vuelta la hoja sin una explicación? V..¡Qué pregunta! Eso me lo sigo preguntando. En alguna medida creo que das vuelta la hoja aunque no te des cuenta. No hacés un duelo. No enterrás el tema. El tema no se olvida ni deja de existir como por arte de magia. Dar vuelta la hoja no significa borrar lo que está antes. Significa seguir escribiendo el libro. El libro no se puede parar, porque falta una de las personas. Se tienen que inventar otros personajes y otras historias y seguir escribiendo el libro. Desde ese lado, sí. Tenemos la obligación de dar vuelta la hoja y seguir viviendo. Por uno, por el desaparecido que nos tocó y por nuestros hijos, fundamentalmente. Pero la explicación te queda picando. La necesidad de explicación la tenés, la seguís teniendo aunque pasen 20.000 años. Vos no podés construir a partir de mentirte a vos mismo. ¡Estar orgulloso de ser hijo de un desaparecido me parece criminal! De ser hija desde otro lado. De ser hija de un padre, del padre que a mí me tocó, que era un orgullo. ¡De estar orgullosa de mi viejo, de su labor, de su lucha, de eso estar orgullosos! A mí no me llena de orgullo él haber vivido una adolescencia de mierda. Mirtha. Esposa de un desaparecido. Entrevista 9/11/96 G- ¿Qué pasó después, después de la desaparición? M- Bueno. Empezamos a buscarlo, con mi suegro, con Don Félix hicimos todos los trámites que te puedas imaginar. Hábeas Corpus, íbamos todas las mañanas con mi suegra al Cuerpo I. Este...desde milicos y personal civil, cualquiera que apareciera, que podría ser una punta. G- ¿En qué año desapareció? M- Eh, 77. G- ¿Y ya pensaban que podía estar desaparecido o pensaban que podía estar vivo? M- ¡No! ¡Pensábamos que estaba vivo! Nos enganchamos en extorsiones también. Había un milico en el Cuerpo I. Era Sargento Ayudante que nos iba a averiguar, que le lleváramos un papelito, que un papelito...decí que era poquito, no eran millones. Hubo también un tipo, un civil que lo íbamos a ver a la calle Puán que nos iba a averiguar que no sabemos de que forma. Pero la mayor cantidad de informaciones fueron oficiales...este...en mi barrio había un tipo que era...el del mercado me dijo. ¿Por qué no le preguntás a él? Que yo le veía cara conocida, pero nada más, que estaba en un kiosco...a todo el mundo. Yo no sabía que era, que era milico, como que estaba en contacto...era civil o algo así. Bueno. El tipo me propuso una encamada, este...me daba una cita cerca de un hotel o algo así...bueno...todo así. G- Los vecinos ¿Qué actitud? M- Bien, muy bien. Los que más se borraron fueron los amigos. A mi no me quedó ningún amigo de esa época. Una sola amiga [...] En ese momento no [fuimos a ningún organismo de Derechos Humanos]. Además los milicos nos amenazaban...este...eran muy claros. A mí lo que primero me decían era: "se fue con otra mina". A mi suegra le decían: "si usted se va a meter con las Madres...este...si estuviese vivo, no va a estarlo". Como que era peligroso para él. [...] En 15 días lo vi a Daniel, que se subió a un colectivo para hablarme y...este...lo único que atiné a decirle es: mirá que te están buscando a vos. A los 3 meses lo volví a ver, ya en la imprenta, porque estaba desesperado! Estaba desesperado de lo que le había pasado a Héctor y...este...pero...entendés. Yo no...La sensación permanente no era...porque...sino que. ¡Ya va a salir! Es decir, tener claro de que él no sabía manejar un arma. Como que iba a hacerse una averiguación de antecedentes o algo y que lo iban a largar. Esa era mi sensación durante muchísimo tiempo. ¡Años! G- ¿Creías en la legalidad? M- Claro, tal cual. G- La figura de Videla ¿Qué te producía en ese momento y qué te produce ahora? M- Lo mataría. Yo, hay una cosa que no me puedo explicar bien. Tengo un artículo de Página 12 guardado en el que escribieron algo del tema. Y es. ¿Porqué los familiares somos tan pacíficos? No lo puedo entender. [...] G- Por teléfono me dijiste que te habías hecho una estadística mental sobre todas las veces que te habían preguntado... M- ¿Si estaba metido? Si. Si le contaba a alguien yo lo miraba y me preguntaba este me va a decir: ¿Estaba metido? Y...los primeros años el 90% era eso. ¿Estaba metido? Y así. Gente que le hacía la cruz, obviamente. G- ¿Vos qué hubieses preferido, que se lo hubiesen llevado porque hizo algo, o esto? M- Y sí. Lo primero. Y sí. M- ¡Esto salió a la luz! Escuchame, si Camps dijo a la televisión que si de cien que agarraban, cinco eran guerrilleros, ¡estaba bien que se los llevaran a los cien! Sí. Lo dijo públicamente. Ahora me parece que no se lo banca, porque mucho no lo registró. G- ¿Qué te pasa a vos con eso después de 20 años, qué se siente? M- Yo quisiera saber de parte del otro lado. Yo quisiera saber exactamente por qué. No la suposición. Exactamente por qué. Qué le pasó a cada hora.[...] Yo vivía permanentemente con la esperanza de que iba a aparecer! Y pasados muchos años, eh! No te estoy hablando de los primeros meses o de los primeros años. No podía aterrizar.[...]La situación de no tener proyectos. Digamos, mi primer proyecto era que aparecía y nos íbamos. En un primer momento era a Córdoba. Mirá que era graciosísimo. O sea, la sensación de vivir el hoy. Si necesitaba muebles no compraba, si total me iba a ir. O sea, lo único que pudiera llegar a comprar era lo que se pudiera transportar. Y hacer lo que uno se pudiera llevar encima. Entonces, cada paso que diera, del estilo, bueno, ya no entra en esa cama Carolina, era...aterrizaba...el tiempo que había pasado. ¡Vivía sacándole fotos a las chicas para mostrárselas cuando volviera! ¡Hacía permanentemente eso! G- ¿Hasta cuándo? M- Yo creo que finalmente aterricé cuando asumió Alfonsín. [...] creo que dijo: no hay detenidos en ninguna parte, o algo así.[...] G- ¿Declaraste en la Conadep? Sí, todo lo legal. Hasta conseguí la denuncia en la Comisaría [risas] ¡Al pedo! Viste, esas cosas. ¡Cómo no me tomás la denuncia! O sea que aparte de todo, lo que yo siento es que nosotros también estábamos medio en el limbo de lo que estaba pasando. [...] G- ¿Tenían miedo de que les pasara algo? M- ¡Para nada! G- ¿El día del Golpe cómo fue? M- El día del Golpe veníamos de San Bernardo. Estábamos en el auto, me acuerdo, escuchando el Golpe, y como que si...era cantado, bueno. G- ¿Pero no se asustaron? M- No. G- ¿Como un día más? M- No me acuerdo bien. Porque Carolina era una beba de 3 meses ¿Entendés? Estábamos en un quilombo de mudanza de Bebesit, la cuna, pero era como que estábamos muy inmersos en nuestro mundo familiar. [...]" Búsqueda de explicaciones a partir de lo público Las respuestas más concretas son aquellas que intentan una justificación centrada en el espacio público. Algunas basan su explicación en la supuesta existencia de una guerra contra la subversión, otras en la visión de una realidad injusta ante la cual no quedaba otro remedio que la lucha armada. En todos los casos se trata de respuestas de tipo dogmático que se presentan como "la verdad". Por otro lado, el concepto de "subversión" presenta algunas dificultades de interpretación. En el diario La Nación del 20 de abril de 1977 aparece definido como "Toda acción clandestina o abierta, insidiosa o violenta que busca la alteración o la destrucción de los criterios morales de un pueblo, con la finalidad de tomar el poder o imponer desde él una nueva forma basada en una escala de valores diferentes". Otros no se identificaban como subversivos, sino como artífices de un proceso de cambio que plantease nuevas alternativas frente al modelo capitalista. En ese contexto podemos ubicar estas entrevistas: A. Militar. 70 años. Entrevista realizada para el Archivo de la Memoria de Nuestra Señora de la Misericordia. 10/10/98. La subversión nació como un nuevo sistema de guerra a nivel mundial, porque con la guerra clásica, atómica o biológica, jamás iban a lograr lo que querían. El comunismo es el que arma la táctica y la estrategia de la subversión. Emilio. 70 años. Entrevista 2/4/99. Había un plan premeditado que dependía del comunismo internacional que apuntaba a la disolución de Argentina, y sigue siendo así, ya que la guerra armada la ganaron las fuerzas armadas, pero la ideológica la ganó la izquierda. Pablo. Hijo de desaparecidos. Hermano de Águeda. Entrevista 7/1/98 Me molesta mucho que la gente hable de desaparecidos porque lo encontraron en una agenda y desaparecieron porque eran perejiles. Desaparecieron y murieron porque decidieron arriesgar su vida y me parece importantísimo rescatar eso... Gabriel. 22 años. Hijo de un desaparecido. Entrevista 18/7/96 Acá se quiso implantar un nuevo régimen económico y social, abrir al capitalismo, a las empresas norteamericanas y por eso tenían que poner un justificativo, tenían que reprimir a la "subversión". Lo que pasa es que acá en Latinoamérica los movimientos sociales estaban creciendo, cada vez se hacían más fuertes. Lucila Quieto. Reunión de la Comisión de Identidad de Hijos. 13/7/96 A ellos no les convenía que la generación de nuestros padres piense, hable, se oponga a lo que ellos querían. Hay que empezar a hablar, a contarlo, una parte de la historia esta borrada de todos lados, de todos los libros. Mirtha Baravalle. Madre de una desaparecida. Fue una de las primeras Abuelas de Plaza de Mayo. Entrevista 11/7/98 para la Asociación Anahi. Yo me acuerdo de mi hija me decía si la gente no toma conciencia, dentro de 20 o 25 años la Argentina deja de ser Argentina. Acá lo que se quiere evitar es que el pueblo se entere, se concientice de cuáles son sus derechos. Pero yo no puedo dar respuestas por ella. Ella tiene que hablar... C. Militante e la Juventud Guevarista. Se exilió a los 15 años. Entrevista 1999 En ese momento no nos dábamos cuenta a partir de julio del 75 del proceso de desmovilización de la gente y cada vez las organizaciones revolucionarias quedaban como aparatos solos frente al aparato el Estado con el Ejército, enfrentado al ejército y los aparatos paramilitares. Después del "Argentinos a las armas" hubo una revisión de parte de Santucho, una editorial donde por primera vez habla del repliegue, pero que llega demasiado tarde y es una editorial que se conoce una o dos semanas antes de la muerte misma de Santucho. Luego del golpe militar empieza a caer gente por tonterías, ya no se puede sostener, por más cuidado que uno tuviera en las citas y contra citas y lo que me planteo dentro e la juventud guevarista es que había que hacer un repliegue. Suspender toda actividad para preservar a la gente. Yo me siento satisfecho de haber impulsado esto porque casi todos los compañeros quedaron a salvo... Patricia Walsh. Hija de Rodolfo Walsh. Hermana de Victoria Walsh. Entrevista 10/8/96. P- Del 24 de marzo, del día mismo del golpe, tengo un recuerdo así, como un poco desdibujado, pero así como... G- ¿Cuántos años tenías? P- 24. Pero me pregunto si eso realmente ocurrió. Porque...bueno...todo recuerdo es además en cierta forma un recuerdo encubridor. Pero yo me recuerdo a mi misma estando en un bar, por cuestiones de trabajo, en horas de la mañana, muy temprano, este, y, un bar allí por Capital Federal, la zona sur, cerca de Paseo Colón, y yo estaba con sus agendas, mis papeles de trabajo en una mesa, y había una radio o un televisor supongo que una radio...este...y se empiezan...se escuchan los comunicados de la Junta...y...yo tengo una sensación de que, bueno, finalmente había ocurrido algo que todos, cuando digo todos eran los que me rodeaban a mí, o sea, no a todos, sino una pequeña parte del mundo...este...sabíamos que eso iba a ocurrir. Estábamos aguardando con mucha impaciencia que esto ocurriera. ¡Era tal el descrédito, el desprestigio del gobierno de Isabel! Era además errónea, lo veo con claridad ahora, la caracterización que hacíamos el grupo en el que yo me movía, que el Golpe iba a contribuir a clarificar aquello que se refería a las verdaderas contradicciones, digamos, entre el campo del pueblo y el enemigo. A definir claramente al enemigo. Así lo conversábamos nosotros en los tiempos previos, era una cosa que se esperaba, que lo único que uno podía tener alguna duda es con respecto al día en que esto iba a ocurrir, pero la sorpresa fue en el sentido de: Ah, ¡es hoy! Lo que evidentemente no teníamos para nada claro, en relación con esto que pensábamos es lo que se desataba a partir de las 0 horas del día del Golpe. Inclusive ahora, uno lee los mismos dichos que ocurrieron ese mismo día, eh, este asunto de tirar por el balcón de su casa al Mayor Alberte uno lee estos episodios, bueno. Esto no era lo que uno tenía en mente en ese momento. Lo que sí pensábamos es que iba a estar más claro cual era el enemigo y de alguna manera un alivio con respecto a que había llegado una instancia para la cual uno sentía que estaba preparado. Obviamente no era así. Hasta una cierta satisfacción de que hubiera llegado ese día. Esto hasta me da cierta cosa decírtelo pero creo que estábamos hasta acá sí, entusiasmados. Bueno. Esto es lo que recuerdo. G- ¿Después? P- Bueno. Después ya es tan enorme la cantidad de cosas que se abate sobre nosotros, en el sentido de las desapariciones y las muertes...este...los sucesivos episodios de derrota que empieza, digamos, una situación donde día tras día uno va con mucha dificultad dándose cuenta en que lugar está parado y como salva su vida día tras día y mes tras mes... unos meses más tarde empieza todo a transcurrir, también en una dimensión personal y familiar; empiezan a desaparecer y a morir. Marcelo. Militante montonero. Entrevista 1/4/99 La muerte de mi hermano marcó un antes y un después en nuestra vida te imaginás. Lo que pasa en que de ahí nos fuimos a Buenos Aires a los pocos días y aguantamos hasta después del mundial del 78 que vimos que era un poco difícil y de ahí nos fuimos a España todos: mi hermano, mi cuñada, el nene y mis viejos. -¿Me podes contar algo del ida del golpe? Del día del golpe sabes que no me acuerdo mucho. Me entere por la televisión como todo el mundo. No pensaba que iba a pasar lo que paso. Yo pensaba que iba a pasar algo tipo Onganía, Lanusse, lo típico ¿no? Lo que se conocía; pero no eso que pasó. Es más, no quiero hablar por todos, pero eso de que se acelera la contradicción, que es mejor, y bueno. Creo que muchos pensaban eso. -¿Con tu grupo se evaluó eso? -Se habrá evaluado, pero frente al desastre de las evaluaciones. No me acuerdo que se evaluó. ¿Daniel pensaba que le podía pasar esto? Yo creo que sí. Estábamos preparados para esto. Sin duda, pero teniendo 25 años, 23 años es un poco difícil pensar en la muerte. El idealismo te superaba. Te contaban de la situación, más en el 76, para esa fecha que ya habían matado a un montón, se habían ido de una casa unos días antes que había caído. Ese día yo estaba tranquilo porque Daniel se iba a ir a Buenos Aires. Yo estaba tranquilo porque creía que él no estaba en la casa... Elsa Pavón. Madre de una desaparecida. Una de las primeras abuelas de Plaza de Mayo, su nieta fue restituida. Entrevista 21/5/1997 -¿Qué pensás de la famosa frase "por algo habrá sido"? - Hoy pienso que era una manera de sembrar el terror entre toda la gente, entre los que quedábamos afuera. Por otro lado, era una manera de cortar las redes, la malla de la solidaridad que hace que todos nos interesemos por lo que le pasa al otro. Si en la casa de al lado desaparece gente, yo cierro las ventanas y me quedó quietita adentro, no sea cosa que se den cuenta que estoy ahí, y porque vi me lleven... Laura. Psicóloga. 42 años. Militante de la Juventud Peronista. Entrevista 6/8/98 Empecé a militar en la JP con un grupo católico. Cuando empezaron a aparecer los primeros enfrentamientos con la triple AAA, yo participé en un operativo trayendo armas y después no tuve más citas, no encontré más al que era mi cuadro superior y cuando lo encontré estaba muerto y un cuadro superior, un viejo, me dejó fuera, me dijo que me quedara tranquila, que íbamos a necesitar testigos...cosa que a mí me llenó de culpa durante mucho tiempo... Al toque quedó claro que las fuerzas eran desparejas. Vos sabías que seguían muriéndose por esta lucha que creías justa. Nadie imaginó que la dictadura iba a ser tan perversa. La figura el desaparecido era algo que nadie imaginaba. Se sabía que había que cuidarse pero no se sabía que iban a ser tan impunes. Que iban a usar el aparato de la nación contra la Nación... Respuestas sin preguntas Preguntarse acerca del sentido de la desaparición de personas durante la última dictadura militar en Argentina implica convertir a los desaparecidos, a los asesinados, a los exiliados, a los perseguidos por la dictadura en una metáfora fantasmagórica, en "aparecidos" que vuelven para rescatar sus restos de memoria, como objetos históricos; pero también significa preguntarse acerca del sinsentido y los silencios. Crímenes, errores o excesos, las víctimas merecen una explicación. Se ha tratado de simplificar la cuestión a través de la figura de un extraño juego de ajedrez en el que blancos y negros enfrentados en movimientos lógicos de ataque y defensa, dejaban fuera de la historia al resto de la sociedad observando el confuso escenario de la muerte. ¿Puede imaginarse la historia de la represión como un juego de ajedrez en el cual sólo algunos deciden los movimientos y la mayoría observa silenciosamente? ¿Quiénes quedan fuera, atrapados en el silencio? ¿Los protagonistas involuntarios? ¿Los que no esperaban que esto sucediera? ¿Los observadores externos, que no entendían lo que estaba sucediendo, aún cuando su mundo se transformara? ¿Los sobrevivientes del exilio interno, refugiados puertas adentro y paralizados por el miedo? ¿Los sobrevivientes del exilio extramuros? ¿Los ciegos de conciencia? ¿Los que se atrevieron a salvar a otros a pesar de todo? ¿Los que habiendo podido hacer algo no lo hicieron? ¿Los que no pudieron hacer nada? ¿Qué explicación encontrará cada uno de ellos en su propia memoria personal? ¿Cómo buscar respuestas en una sociedad herida de muertes, de ausencias, de exilios, de silencios? Saber olvidar no debe significar borrar el pasado. ¿Dónde trazar la frontera entre la necesidad de recordar y la de olvidar? La línea divisoria debe ser la búsqueda de sentido. No podremos dar vuelta la hoja sin encontrar una explicación que tranquilice a aquellos que esperan silencio y aún a aquellos que esperan justicia. Hoy, que la memoria se ha deshumanizado, convertida en objeto tecnológico, al tiempo que se le exige cumplir con una función que no le es propia, la de obtener justicia a partir del repetitivo discurso del no-olvido, los historiadores, en la medida en que podamos seguir preguntando acerca de ese pasado, podremos explorar nuevos territorios desde donde resolver los enigmas de la oscuridad que hoy nos preocupa, para decidir si seguir en silencio y tomar definitiva conciencia de nuestra ruptura con el pasado, o volver la vista atrás, hasta donde poder hacer memoria, para establecer continuidades, para definir más claramente qué hay de todo aquello en este presente tan incierto. ¿Qué respuestas vamos a dar a las generaciones futuras? ¿Cómo señalizaremos los lugares donde se cristalizará y se refugiará la memoria, dando cuenta de ese pasado? Más allá de los planes, más allá de la muerte ¿Cómo resolver los enigmas del antes y el después? ¿Cómo dejar de ser desaparecidos y sobrevivientes de un pasado sin respuestas? Tal vez buceando en los relatos escondidos, en las memorias ocultas, testigos mudos que nos recuerdan que allí, dentro del silencio, en la oscuridad de las no preguntas, un mundo perdido espera. Ese proceso de reconstrucción, el de la memoria, no dará sentido al pasado; volver a sentir el acontecimiento no le otorgará sentido. Esa búsqueda, aún cuando fuese un camino estéril, despoblado, debe ser una tarea para los historiadores, y cuando alguien nos pregunte qué estamos haciendo, podremos responder: estamos buscando en el pasado razones para no repetir, para no permitir, para no continuar sepultando preguntas.
(Una versión editada de este artículo fue publicada en Voces recobradas, año 3, n° 10, abril de 2001.)
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