La Guyana Francesa: la maldición del euro en América del Sur | Centro Cultural de la Cooperación

La Guyana Francesa: la maldición del euro en América del Sur

07/09/2014

Por Damián Jacubovich investigador Economía Política CCC

Geopolíticamente, la Guyana Francesa, además de ser una base espacial y la única selva tropical de Europa es también, silenciosamente, un enclave que le permite a la Unión Europea, y de ser necesario, a la OTAN, tener un pie en la parte continental del territorio suramericano.

Se ubica en la región noreste de América del Sur. Se pueden subrayar 3 problemáticas fundamentales para este departamento francés: los problemas de cooperación que se plantean entre los diferentes grupos socioculturales, las convulsiones socioeconómicas que la presencia del euro impone en esta porción del territorio latinoamericano y el asistencialismo que “castiga” la población en general.

arsat guayana

El Satélite ARSAT-1 parte rumbo a la Guayana Francesa (@CFKArgentina)

La Guyana Francesa a nivel poblacional está compuesta por franceses provenientes de la Francia metropolitana, negros “criollos” más occidentalizados, negros cimarrones descendientes de esclavos, amerindios y otros como brasileros, criollos de las Antillas, dominicanos, guyaneses de Guyana, surinameses, peruanos, etc. Sin embargo, la cohabitación de este universo pluricultural, difícilmente puede catalogarse como armoniosa. Ninguna de las diversas minorías parecería encontrar su lugar en esta sociedad desorientada en muchos aspectos. Los persistentes problemas de cooperación entre los diferentes grupos socioculturales, representan un óbice significativo para aquellos que sueñan con el advenimiento de una Guyana integrada e integradora.

Por otro lado la poderosa divisa y la protección social garantizada por el Estado francés, resultan demasiado tentadoras para las poblaciones vecinas del continente que desembarcan a diario en este territorio con la firme esperanza de poder conseguir un trabajo remunerado en euros, y algún día tal vez poder llegar a legalizar su situación.

Entonces “rentabilizar la Guyana”, resulta el desafío, sobre todo si se pretende protegerla de este doble asistencialismo crónico que la Guyana padece. Doble, porque de un lado, su falta de rentabilidad la convierte para sus pares metropolitanos en una especie de hijo bobo que Francia mantiene; y, por otro, un asistencialismo que favorece la reproducción de un ciudadano tipo zombi, acostumbrado a que las cosas le vengan de arriba, y sin motivación alguna para desarrollar su capacidad productiva y/o intelectual. El problema guyanés, claro está, no releva solamente de cuestiones estructurales, sino también de ciertos principios éticos que hacen a una verdadera democracia.

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