Geopolítica de Irán: el acuerdo nuclear iraní con las grandes potencias | Centro Cultural de la Cooperación

Geopolítica de Irán: el acuerdo nuclear iraní con las grandes potencias

04/04/2015

Por Damián Jacubovich
Tras ocho jornadas de ardua negociación, las potencias mundiales conformadas por el grupo 5+1, es decir, Rusia, China, Estados Unidos, Francia, Inglaterra mas Alemania por un lado e Irán por el otro, han logrado alcanzar un acuerdo histórico que limita el progr

ama nuclear de Irán a cambio de un levantamiento casi inmediato de las duras sanciones económicas que pesan sobre el país de medio oriente y su reinserción en la llamada Comunidad Internacional.

De esta manera, Estados Unidos e Irán distanciados desde hace 35 años, alcanzaron el pasado jueves 2 de abril en Lausana (Suiza) un acuerdo provisional que debería permitir con fecha límite del 30 de junio del 2015, la elaboración de  un texto definitivo sobre el programa nuclear iraní.


Dos actores fundamentales tiene este proceso de negociación histórico, actores, sin los cuáles no se podría haber alcanzado los resultados actuales: por un lado, la presencia de Barack Obama a la cabeza de la administración estadounidense, quién en comparación con su predecesor George W Bush,  ha pasado, en la medida de lo posible, de una "lógica belicista" a lo que se llama en relaciones internacionales, una "lógica realista" que consiste más en negociar con los adversarios que en enfrentarlos. El otro hecho fundamental ha sido la llegada a la presidencia de Irán del “moderado” Hasán Rouhaní en 2013, pieza clave para el nuevo rumbo diplomático que la República Islámica de Irán está intentando dar. Respecto a Hasán Rouhani puede decirse que su gobierno prácticamente ha sido elegido por el pueblo iraní para llevar a cabo de manera exitosa esta negociación. Ya lejos parece haber quedado la era de un Irán confrontador con Occidente que encabezaba el ex presidente Mahmud Ahmadineyad. De todas maneras, es importante señalar que en el caso de Irán la mayor parte del poder se encuentra concentrado en manos de un hombre, Ali Jamenei quién es el actual Guía Supremo de la Revolución Islámica, el cargo religioso más alto que posee el país, cargo que se encuentra incluso por encima del de Presidente de la República; sin cuyo consentimiento o visto bueno, el actual rumbo de las negociaciones no hubiese sido posible.


El “gran juego” de estas negociaciones ha consistido en encontrar  un acuerdo político respecto al programa nuclear de Irán y en ese sentido, las centrifugadoras que posee Irán en su territorio constituyen la pieza clave de estas negociaciones. Las centrifugadoras son las que permiten el enriquecimiento del uranio; el enriquecimiento del uranio en un nivel menor puede ser utilizado para desarrollar un nuclear de tipo civil; pero el enriquecimiento del uranio en un nivel mayor permite la fabricación de una bomba atómica. Hoy en día Irán posee cerca de 20 000 centrifugadoras, de las cuáles aprox 10 000 se encontrarían en actividad, las mismas distribuidas en aprox 15 sitios operacionales. Es de notar que mayor es la cantidad de centrifugadoras, más rápido se puede enriquecer el uranio para que éste permita la elaboración de una bomba atómica. Ahí el punto clave de la negociación, el dilema propiamente dicho: la cantidad de centrifugadoras que Irán deberá reducir.

Así mismo, dentro del grupo 5+1 que negoció con Irán puede distinguirse dos sub-grupos: por un lado la posición de China y Rusia que siempre han abogado por una re inserción del país islámico en la comunidad internacional y una revalidación de la adhesión iraní al Tratado de No Proliferación (TNP), tratado que Irán ya había firmado en 1970. Por el lado de los países occidentales (EE.UU, Reino Unido, Francia y Alemania), éstos, de alguna manera han tenido más reticencias en confiar en la "buena fe" de Irán y por eso han solicitado pruebas y compromisos de larga duración para asegurarse que Irán no transformará su programa nuclear civil en programa nuclear militar; para eso uno de los puntos claves de la negociación ha sido la posibilidad de establecer una cláusula que permita reimponer a Irán las sanciones de manera extremadamente rápida en caso de Occidente considerarlo necesario.

No hay dudas que el mayor problema para el grueso de occidente es el tema de la confianza, es decir, de saber qué es lo que realmente quiere Irán; y en materia de derecho internacional, nada más difícil que poder probar las intenciones de un país. Recordamos en ese sentido, el caso de la invasión ordenada por J.W. Bush a Irak en 2003, cuando dicho país islámico fue acusado erróneamente de tener intenciones nucleares militares cuando no era el caso. Por este antecedente, algunos analistas sostienen que la comunidad internacional solicitará pruebas de carácter irrefutable en caso de acusaciones por parte de occidente sobre las intenciones iraníes sobre un supuesto programa nuclear militar.

Este acuerdo le permitirá a Irán:- el tan esperado alivio a las durísimas sanciones económicas que lo vienen asfixiando desde hace años y que perjudica sobre todo a las clases iraníes más pobres, calmar la opinión pública iraní que como en todas las sociedades tiene su peso mayor en la política interna del país, restablecimiento de las relaciones bancarias con el resto del mundo y poder de esta manera repatriar los haberes congelados en el extranjeros, hablamos de millones y millones de dolares generados por la venta de petroleo que se encuentran bloqueados en el exterior. A Occidente este acuerdo le permitirá ganar un aliado fundamental para el equilibrio y la estabilidad de la región, un aliado que le permita mayor fuerza de persuasión en los diferentes conflictos de Medio Oriente, como lo son por ejemplo Iraq, Siria, la lucha contra la guerrilla del Estado Islámico  etc..); esto, además de ser Irán uno de los “pesos pesados” en materia de hidrocarburos.

Finalmente cabe señalar los dos grandes perdedores de este acuerdo que son los dos principales y poderosos enemigos que el régimen iraní ha tenido en los últimos años: Arabia Saudita e Israel. El primero por una cuestión de recelo respecto al liderazgo regional impregnado fuertemente por diferencias religiosas internas al Islam (Arabia Saudita pertenece al sunismo e Irán al shiismo). En ese sentido ha quedado claro que la nueva estrategia geopolítica de la administración Obama es reequilibrar sus relaciones con Arabia Saudita y salir de esa alianza exclusiva que Estados Unidos tiene con la dinastía de Al Saud, alianza que data de 1945. La idea de la actual gobierno estadounidense  consiste entonces en darle más lugar a la otra gran potencia regional que es Irán. Israel, por su parte, el otro gran perdedor, ve con preocupación el acercamiento entre su histórico socio estadounidense y uno de los países que más ha hecho en pos de combatir la presencia del estado judeo-occidental en la región de Medio Oriente. El recientemente reelecto primer ministro Benyamin Netanyahou señaló su preocupación por el alcance del acuerdo y pidió a estos efectos que el reconocimiento del Estado Judío forme parte del acuerdo.

Perlita para cerrar el tema, el llamado Programa nuclear de Irán empezó bajo el mandato del Shah Mohammad Reza Pahlevi de Irán en la década de 1950, con la ayuda de los Estados Unidos de América (EE.UU.)

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