Nota de coyuntura: "El autoritarismo como Política Pública" - Pablo Imen* | Centro Cultural de la Cooperación

Nota de coyuntura: "El autoritarismo como Política Pública" - Pablo Imen*

29/09/2010

 

Mauricio Macri demostró en sus dos largos años de gestión el modelo que la derecha restauradora tiene para ofrecer en materia de gobierno: devastación del espacio público, mecanismos directos e indirectos de privatización, una inédita ineficacia en la resolución de las necesidades sociales, especialmente de los sectores más vulnerables.

Pero si un rasgo se manifestó con significativa claridad fue el talante represivo de su modo de ejercer la representación para la cual fue elegido por un amplísimo 60 por ciento de la población en 2007[1].

 

Sus primeras medidas orientadas a implementar su particular concepto de "seguridad ciudadana" se resume en la reformulación de la Unidad de Cuidado del Espacio Público (UCEP), y la creación de la Nueva Policía Porteña.

La UCEP trascendió al conocimiento público por haberse convertido en un escuadrón parapolicial cuyo principal blanco fue el desalojo de indigentes del espacio público, en altas horas de la madrugada, recurriendo a la violencia física y psicológica, destruyendo las escasas pertenencias de los más desposeídos y sometiéndolos a humillaciones inadmisibles. El escándalo político de este modelo represivo ilegal e ilegítimo determinó la desactivación de la UCEP.

La "Nueva Policía" nació herida de corrupción, con sus dos primeros jefes procesados por el delito de escuchas ilegales, causa en la cual el propio Jefe de Gobierno está imputado por el magistrado de primera instancia. A pesar de la estrategia mediática de Mauricio Macri, los avances del juez Oyarbide han sido convalidados por unanimidad por la Cámara Federal.

 

En Educación el comportamiento de los sucesivos ministros PRO ha sido consistente con esta política autoritaria y represiva.

El ministro Narodowsky emitió un memorando (aún vigente) que prohíbe a los docentes hacer declaraciones públicas, y su gestión - atravesada por múltiples conflictos - se completó con distintos tipos de persecuciones: elaboración de listas negras de docentes en paro, denuncia judicial contra estudiantes que tomaron colegios por problemas edilicios, promoción de mecanismos de delación en las escuelas.

El sucesor, Abel Parettini Posse - el breve - no pudo sostenerse tres semanas en el cargo tras haber hecho una catarata de brutales declaraciones que abarcaron desde la criminalización de la juventud a la defensa del genocidio perpetrado en los años setenta por la última dictadura militar. Fue demasiado y debió presentar una renuncia rápidamente aceptada.

Finalmente, Bullrich ha debutado con la prohibición de materiales para el bicentenario elaborado por historiadores que, a su juicio, tenían el intolerable pecado de explicar la historia desde un punto de vista. Como si, cabe reflexionar, algún conocimiento pudiese presentarse desde "ningún" punto de vista.

 

Se ve, pues, el talante autoritario de un gobierno que está señalado por acciones delictivas, y cuyas respuestas frente al conflicto son la negación del otro cuando no su represión lisa y llana por las más diversas vías, legales e ilegales.

La exigencia de Goebbels de mentir, mentir y mentir - porque siempre algo queda - que practica con tesón el Jefe de Gobierno está llegando a su límite,  y buena parte de las capas medias seducidas por un discurso tecnocrático y "aideológico" hoy ven al rey desnudo.

Las increíbles explicaciones de Macri sobre los dislates de su gobierno son cada vez más cuestionadas por la ciudadanía porteña.

Frente a una justificación que pone en el otro las responsabilidades por sus errores y sus delitos (Kirchner, Oyarbide, la Cámara Federal, la prensa y hasta la propia Elisa Carrió) se va abriendo a los habitantes de nuestra Ciudad la comprensión general sobre las consecuencias de esta indefendible política pública.

 

¿Será posible pensar otra ciudad posible, donde la justicia sea la base de un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo?

De la capacidad de unir lo diverso para confrontar este proyecto depende la posibilidad de una democracia protagónica y participativa en Buenos Aires.

 

 

[1] Para caer a algo más del 30% en 2009.

 

*Pablo Imen, Lic. en Ciencias de la Educación, Secretario de Investigaciones del CCC, miembro del Departamento de Educación del CCC y docente universitario


 

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