Sin pasado, sin futuro | Centro Cultural de la Cooperación

Sin pasado, sin futuro

14/06/2013

Por: Dpto. de Historia del Centro Cultural de la Cooperación "Floreal Gorini"
Desde cualquier sistema político republicano la formación de los ciudadanos es fundamental y las características de esa “educación para el soberano” llevan implícitas las premisas de la comunidad política que se quiere construir. Es llamativo entonces que mientras la juventud está adquiriendo más tempranamente derechos políticos, el gobierno macrista propone quitar las asignaturas de Historia y Cívica –además de Filosofía- de 4to y 5to año del bachillerato en la ciudad.

Qué decir… Borrar el pasado es borrar el futuro, porque es borrar la dimensión temporal de nuestra existencia, en la que se dan los procesos de formación y trans-formación de la sociedad, en la que se ven las causas y las consecuencias de los fenómenos sociales. Quizás eso sea un obstáculo para los que llevan como bandera la lógica del mercado y quieren confundir a los ciudadanos con consumidores sin derechos. Pero hay más.

Todo relato histórico es pedagógico, porque la narración es una forma de explicación que otorga un sentido al presente, porque contiene valores en los ejemplos y arquetipos que construye, y porque es un escenario sobre el que intencional o inconscientemente se proyectan las inquietudes y conflictos del presente. Se puede ver así que la historia tiene un potencial político inestimable, y se comprende que sea un campo de disputa en el presente. Pero hay aún más.

La historia es una ventana para ver diferentes mundos de distintos tiempos. Es entonces una forma de aprender que existen otros, y así poder cuestionar el nosotros, nuestro mundo y nuestro tiempo, y no asumirlo como dado. Si la llamada 'educación cívica' enseña sobre cuáles son las reglas de  gobierno y de convivencia ciudadana, la historia nos recuerda que esas reglas fueron inventadas por los sujetos y siguen siendo re-inventadas por ellos, en un acto constante de creación.

Y todavía más: la historia no sólo relata. A partir de la discusión de criterios de verdad, de construcción de la prueba y el dato, la historia enseña a leer críticamente, y aún a construir los propios relatos.

Por todo eso la historia enseña sobre todo que son las personas quienes activamente crean el mundo en que viven, buscando empoderar a los sujetos en el marco de una educación ciudadana. Contradictorio, entonces, con el discurso neoliberal que autoritariamente quiere reemplazar la política por la “administración eficiente”, pretendiendo objetivos los patrones de eficiencia y obturando así el debate y la posibilidad de disidencia. El mismo gobierno que intenta embellecer las paradas de colectivo, envía a la Metropolitana para reprimir a quien no se ajusta a los indiscutibles patrones de eficiencia y quiere sacar la Historia, la Ed. Cívica y la Filosofía de la escuela.

Pero nosotros aprendimos y evocamos lo que un conocido historiador decía que era la única lección certera e irrefutable de la Historia: que las cosas pueden ser distintas.

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