Makandal, el profeta de la libertad (parte I) | Centro Cultural de la Cooperación

Makandal, el profeta de la libertad (parte I)

20/09/2009

Mapa de América Central, el Caribe y Haití

“Aquella tarde los esclavos regresaron a sus haciendas riendo. Mackandal había cumplido su promesa, permaneciendo en el reino de este mundo. Una vez más eran burlados los blancos por los  Altos Poderes de la Otra Orilla”[1].     

 

 

            A mediados del siglo XVIII, la colonia francesa de Saint Domingue, la actual Haití, era la posesión ultramarina europea más rica del Nuevo Mundo. Con una extensión territorial muy pequeña, su enorme prosperidad se basaba fundamentalmente en dos factores centrales: la competitividad de sus materias primas de exportación y su sistema de trabajo esclavista. La Isla se especializaba en el cultivo y comercialización de café, índigo, algodón y añil, pero sin lugar a dudas, su producto más valioso era el azúcar, el cual se cotizaba a precios muy altos en el mercado europeo. Ya para esa fecha, Saint Domingue, con miles  de plantaciones que tapizaban su  montañoso paisaje, se había convertido una de las  principales exportadora de azúcar del mundo. Sin embargo, ese boom económico hubiera  sido imposible sino fuera por otro elemento clave, los miles y miles de africanos esclavizados que trabajaban hasta desfallecer, en las  plantaciones modernas  de sus “civilizados” amos europeos.

            La esclavitud, como sistema de explotación y de dominación, se encontraba en el centro del orden colonial, marcándolo y generando profundas inequidades, tanto económicas como raciales. En la cima de la sociedad se encontraban aproximadamente 14000, blancos europeos o criollos descendientes de franceses que habitaban la Isla. Estos conformaban una casta/clase dominante, la cual sin embargo  no era absolutamente homogénea ya que reconocía importantes fracturas internas en términos de acumulación de capital político y económico. Así, se dividía en tres sectores, que tenían importantes contradicciones y tensiones entre si:  a) los políticos y funcionarios coloniales, quienes hegemonizaban el poder político de la Isla y la administraban  en nombre y representación de la corona francesa, b) los llamados grand blancs, adinerados comerciantes y terratenientes, dueños de la mayoría de las plantaciones y esclavos de la isla, económicamente muy poderosos pero  excluidos de la administración pública y c) los petit blancs, blancos pobres, artesanos, marineros, soldados, empleados y malvivientes, cuyo único capital social era el color de su piel. Segregados por las  leyes coloniales, fuertemente racistas, se encontraba otro sector social relevante, los llamados affranchis,    mulatos y  negros libertos, que paradójicamente, aunque eran víctimas de la exclusión política /social /cultural de la casta dominante, eran también amos esclavistas y poseían un porcentaje relevante de las plantaciones de la Isla.

 El último escalón en el orden social lo ocupaban, por supuesto, los desheredados de la tierra: aproximadamente 150.000 esclavos que habitaban la Isla.[2] Con un pequeño porcentaje de criollos, la población cautiva se conformaba en su mayoría de bozales, o sea africanos, que eran originariamente libres y habían sido arrancados violentamente de su tierra para trabajar forzadamente en la colonia. Humillados, vilipendiados y degradados permanentemente por sus amos, los esclavos debían cultivar las tierras en las plantaciones y acatar las órdenes de estos como si fuera la voluntad divina. De hecho, aunque existía un cuerpo normativo que regulaba la institución esclavista, el infame Código Negro (instaurado por Luís XIV en 1865), la voluntad de los amos era la única ley en las recónditas plantaciones de la Isla y ésta se aplicaba casi siempre de manera brutal y violenta. Tortura y represión corporal, no eran, sin embargo, las únicas manera de controlar a los cautivos, también apelaban los amos a la aculturación religiosa e ideológica para domesticarlos e imponerles su sometimiento racial, como algo natural, destinado por Dios. Muchos, especialmente entre los criollos domésticos, agachaban la cabeza y obedecían a sus señores, sin embargo la mayoría resistía al sometimiento, de las más diversas maneras. Esta lucha contra la esclavitud solía adquirir el carácter de pequeño cimarronaje, o sea una resistencia cotidiana e individual, que iba desde fugas momentáneas de las plantaciones, envenenamientos de amos, hasta el aborto propiciado por las madres cautivas para evitar el calvario de la esclavitud a sus propios hijos. Sin embargo periódicamente, la lucha adquiría un carácter explosivo, el del gran cimarronaje, que implicaba la fuga masiva de esclavos y la conformación de comunidades rebeldes en las zonas selváticas y montañosas de la isla, las cuales buscaban aislarse y reproducir el estilo de vida de su tierra natal. Estas comunidades, mantenían una constante posición beligerante frente a la casta dominante y representaban un peligro  para los amos, ya que eran el vivo ejemplo de que valía la pena apostarlo todo  para luchar por la libertad.

Sin embargo, éstas no eran las únicas formas de batallar contra el sistema, había otras, muy relevantes, que ponían en jaque la cosmovisión hegemónica de la casta dominante, la contra-cultura de los esclavos, conformada principalmente por el Vodu y el Cróele. De origen sincrético, ambas expresiones culturales les otorgaba una fuerte identidad a los cautivos (que en general provenían de diferentes etnias africanas) y les permitía vehiculizar sus anhelos de libertad, rompiendo con la lógica objetivizante de la esclavitud y convirtiéndolos en sujetos artífices de su propio destino. El Vodu y el cimarronaje sin duda eran elementos sumamente  subversivos y   cuando ellos se mezclaban, generaban un coctel altamente explosivo, cosa que sucedió, para terror de los amos, a mediados de la década del 1750, en un intento de rebelión de esclavos  liderada por François Makandal.

 

Juan Francisco Martínez Peria

Invest. CCC


[1] Alejo Carpentier ,”El reino de este mundo” ,Alianza Editorial , Madrid,reimpresion 2007.

[2] Sobre la estructura social de la Isla , Vease  Laurent Dubois “Avengers of the New World” Harvard Press , Boston , 2004 ,pg 19 y  Laurent Dubois , John D Garrigus , “Slave Revolution in the Caribbean 1789-1804” Ed.Bedford/St Martin , Boston , 2006 , pgs 15,16

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