“FRONTERAS NACIONALES, DESCOLONIALIDAD Y MEMORIA: PERSPECTIVAS Y DESAFÍOS”. (III Parte)
Por Horacio López.
CONCLUSIONES:
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Democratizar la Historia. Sacar a la Historia de los cubículos academicistas y de los manuales de fechas y personajes de bronce.
No podemos repetir el discurso de la dominación ni utilizar las fuentes documentales positivistas y neopositivistas; deberemos descubrir otras fuentes que respondan mejor a lo popular. Debemos ver la Historia en sus procesos, analizar las causas de los fenómenos, los protagonistas, las reivindicaciones que los mueven, desde el punto de vista de los intereses populares. Y tiene que ser una Historia intercultural, que tenga en cuenta la cosmovisión de los pueblos originarios, de los afros y de todo grupo que se haya asimilado en nuestros territorios, a través de sus culturas, y sus lenguajes escritos y orales.
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Reconstruir la Historia; escribir una nueva Historia y divulgarla masivamente.
(Ejemplo de divulgación de la Historia en Venezuela, en donde todos debaten la Historia en las plazas). Utilizar para esto las corrientes del pensamiento surgidas en Nuestra América, como el “Bolivarismo”, que incluye a lo creado por todos nuestros pro hombres de la independencia; el nuestroamericanismo redentor de Martí, Manuel Ugarte; el marxismo revolucionario (como los de Mariátegui, Fidel, el Che); las ideologías emanadas del nacionalismo popular, de la teología de la liberación.
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Este ciclo Bicentenario debe producir una profunda reflexión, una profunda reconceptualización desde el punto de vista del conocimiento y la epistemología de esa Historia tan manipulada, tan cómoda, en la que no aparecemos en tanto campo popular.
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Desmontar el cientificismo europocéntrico. Negarnos a construir el ciclo Bicentenario desde la óptica de la dominación. Rechazar la historia de contenido eurocéntrico en función del mundo mediterráneo y de Europa Occidental y construir la historia con nuestra mundivisión americanista.
Plantearnos una ruptura epistémica con esa mentalidad europea. No somos neutros en la Historia, no nos asumimos neutros. Creemos en una Historia comprometida y estamos contra un imaginario historiográfico de la dominación que subyace en discursos, en celebraciones pomposas, en los relatos de las Academias. Por eso también debemos descolonizar nuestras mentes primero, para luego descolonizar las culturas; pero primero, como dice Dussel, debemos autovalorarnos1
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Reivindicar la identidad nuestramericana. Francisco Bilbao, chileno, y José María Torres Caicedo, colombiano, comienzan a usar el término “América Latina” por 1856 en sus conferencias en París; los franceses lo utilizan a partir de la invasión de Maximiliano a México.
Cuando se habla de Íberoamérica o de Hispanoamérica, se lo hace desde la lógica de la dominación hispana, del neocolonialismo. Lamentablemente hay que reconocer que las actuales reuniones Íberoamericanas, de presidentes o ministros, son expresiones a mi modo de ver, del nuevo colonialismo que pretende ejercer España, representado claramente por el “¡Por qué no te callas!” del Rey a Chávez.
Siguiendo a Martí, hay que hablar de Nuestra América, esa América vestida de negro, de indio, de mestizo, mulato y blanco. Decía Simón Rodríguez: “ en lugar de pensar en medos, persas o egipcios, pensemos en los indios”2. Y José Martí nos aconsejaba: “La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia”3.
Y en esto de referenciar lo propio, pensemos también sobre qué fronteras eliminamos y cuáles erigimos en función de esa identidad y soberanía nuestramericanas constituidas en los desafíos urgentes de la nueva época: los ejemplos mejores tal vez sean las viejas fronteras que va eliminando UNASUR y las nuevas que la CELAC interpone entre nosotros y EE.UU. Y Canadá.-
1 Enrique Dussel. “Transmodernidad e interculturalidad, en Edgardo Lander compilador.La colonialidad del poder, Ediciones CICCUS, CLACSO, Buenos Aires, 2011, p. 65.
2 Simón Rodríguez. Obras completas, Caracas, Universidad Simón Rodríguez, 1975, t. I, p. 66.
3 José Martí. Antología mínima, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1972, t. I, p. 244.
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