Julia Balmaceda | Centro Cultural de la Cooperación

Julia Balmaceda

03/11/2011

Fragmentación y montaje de una ciudad

Una autopista se abre paso sobre el cuerpo desnudo de una mujer, su pubis se hunde en la oscuridad de la calle; los edificios sobrevuelan la ciudad nocturna; estas sorprendentes imágenes son metáforas del ritmo palpitante de una ciudad contemporánea que es a la vez bella y alienante. Representaciones con las que Julia Balmaceda busca interpretar las vibraciones que se traducen en estímulos sensoriales. A través de escenarios imposibles, la artista revela la ficción que subyace de la ilusión de totalización en la experiencia de percibir-habitar la ciudad. Sus obras se componen de elementos distantes y dispares pero de un único origen: un archivo personal de fotografías analógicas tomadas a lo largo de varios años que son desmembradas, fragmentadas y reducidas a ruinas para luego ser reunidas digitalmente en nuevas escenas.

La sintética factura y el trabajo de ensamble abren diversas aristas: en línea con el fotomontaje vanguardista, elabora una imagen en la que se enlazan con perfección  realidades distantes, la explosión emerge en el nivel del sentido, en el encuentro fortuito de lo heteróclito. Lo inesperado, lo perturbador se desprende de Obelisco y calle, donde el monumento porteño deviene en carretera, o en Autos y colectivo y Fuente y calle, escenas en las que conviven múltiples puntos de vistas dislocados y el tráfico avanza desde el vacío. Por otra parte, las curvas pronunciadas, las perspectivas aceleradas y las vistas insospechadas impulsan esquemas compositivos dinámicos y sorprendentes.

Desde otra perspectiva, Julia Balmaceda opera como el alegorista de Walter Benjamin (El origen del drama barroco alemán, 1925), quien al manipular las piezas primeras, las devalúa, y en ese acto, las despoja de toda función; al menos hasta que los segmentos dispersos vuelven a encontrarse y adquieren en otro contexto un nuevo sentido. La imagen resultante revela empero las operatorias de fragmentación y de montaje que cuestionan el estatuto indicial de la fotografía. El artificio del procedimiento y la subjetividad con que se engarza una pieza con otra develan la máscara de neutralidad y objetividad que viste la fotografía y disuelven la falsa apariencia de totalidad de la realidad. En ese sentido, Balmaceda indaga sobre la ambivalencia entre aquello que se ve y aquello que no vemos, pero intuimos.

Apoyándose en los relatos de Carlos Castaneda, la artista indaga en la cosmovisión de los chamanes mexicanos, quienes creen que habitamos un universo de esencias antes que de apariencias. Es desde aquí que en su obra predominan las texturas brillantes, los reflejos luminosos así como las sombras negras, las que evidencian que tanto la pura luz como la plena oscuridad impiden la visibilidad dando lugar a la emergencia de incorpóreas existencias. Asimismo la exaltación de lo inesperado y de lo contingente que se desprende del procedimiento de fragmentación y montaje emula la experiencia de estar y sentir las pulsaciones de la urbe.

Cecilia Iida

Curadora

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