Homenaje a Rosa Revsin. Hasta el 24 de Julio | Centro Cultural de la Cooperación

Homenaje a Rosa Revsin. Hasta el 24 de Julio

05/07/2011

Autorretrato de Rosa
Tesón. Talento. Una aguda sensibilidad. Su otro costado, la música, que no era otro costado porque estaba presente en la cadencia, en las variaciones tonales, en la modulación y vibración de sus imágenes fotográficas. En Rosa habitaba la fuerza de la voluntad y el optimismo de la inteligencia. Todo era potencia en ella, superando dolores que de manera sutil, imperceptible, podía adivinarse en la melancolía de sus obras. La conocí cuando acercó al CCC la propuesta de No he visto mariposas por aquí, cita que aludía a los niños que habitaron en el campo de concentración nazi de Terezín, y a los breves, conmovedores, textos que los sobrevivieron. Las fotos de Rosa no tenían ninguna relación directa con el horror del campo. Eran como el envoltorio de una ilusión, la de esos niños. Objetos de los más diversos: muñecas y marionetas, envases de esmalte para uñas amontonados… como un osario. Tomadas en distintos momentos y latitudes, los poemas le dieron la contextura de un relato.
Ese fue un rasgo permanente de su producción: lo real resignificado. Hablando del cine de Eisenstein, Víctor Shklovski decía que “el arte opera con sustituciones reales”. Esa operación de sustitución se daba naturalmente en Rosa. En sus visiones desoladas de Nueva York, que también exhibió en el CCC: marquesinas, afiches callejeros espejados en los reflejos de las vidrieras, fundiendo el adentro y el afuera. Sin el artificio de lo digital, el mundo real era, a la vez, irreal, ajeno, inapresable, como en los velos de un sueño.
Escribía Shklovski: “A veces, el arte consigue romper la cáscara que protege al hombre y hace aflorar por un instante el núcleo más profundo, la esencia humana más verdadera”. Así fue, así es el arte de Rosa y su legado. Un inconfundible autorretrato.
Alberto Giudici

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