Daniel Sanjurjo por Roberto Amigo
Daniel Sanjurjo es uno de los secretos mejor guardados del arte argentino de los años ochenta y noventa. De bajo perfil, sin interés en realizar obra individual en búsqueda de prestigio o mercado, es un artista de causas, de integrarse a trabajos colectivos, de programas de trabajo de creativo donde el arte sirva necesariamente para algo. Tiene la impronta oriental, de la modernidad plástica uruguaya: quiere que el arte transita lo modesto, lo sencillo de los materiales, la charla de café –casi perdida-, el papel dibujado al paso, la ausencia de grandilocuencia, la cultura popular atravesando el arte erudito.
Artista casi anónimo porque su obra se desarrolló principalmente en los grupos de artistas: Gas-tar, CAPaTaCo, Por el Ojo, La Piedra, Arde Arte y TPS, forman la lista, que es no sólo una numeración de los colectivos de artistas sino la indicación del devenir de la política argentina en estos casi treinta últimos años. Madres, jubilados, asambleas barriales. Artista de riesgo, que ha enseñado a gente en situación de riesgo.
Ya ha comienzos de los ochenta su figura, extremadamente delgada, cobraba fuerza imprimiendo en la calle. Eran los tiempos de oro de la serigrafía, del stencil. Sanjurjo es un artista de la calle. Con pocos elementos hacer obra, y enseñar a hacerla. El arte es horizontal, compartido, pero fundamentalmente útil: la obra de Sanjurjo cobra sentido cuando es otro el que la hace, con los elementos desplegados, con las indicaciones suaves y respetuosas que nos convierten a todos en artistas.
Su obra desde hace mucho, trabaja con simpleza el erotismo, como un juego de armado, pero también como una propuesta de cuidado. Son muchos los compañeros que han quedado en el camino.
En su aparente simpleza, la obra actual de Daniel Sanjurjo es la conclusión de un largo recorrido, de establecer una fraterna relación entre iguales, de recuperar sin retórica un arte político que actúe en las grandes causas pero también en las pequeñas de la vida diaria. Artistas como Sanjurjo mejoran este mundo de mierda.
Roberto Amigo
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