Desterritorializando los cuerpos en la escuela: sexualidad y formación docente | Centro Cultural de la Cooperación

El Búho y la Alondra

Desterritorializando los cuerpos en la escuela: sexualidad y formación docente

Autor/es: Gabriela Ramos

Edición: Confines y fronteras


La escuela como espacio. El cuerpo como territorio. A partir de una experiencia de capacitación docente alrededor de la Educación Sexual Integral (ESI) surgen situaciones y reflexiones que desbordan múltiples fronteras.

“Las fronteras separan, unen, delimitan, 
marcan la diferencia y la similitud, 
pero también producen espacios intersticiales, 
nuevos espacios que inauguran relaciones. 
Pueden ser burladas, acatadas, cruzadas, 
transgredidas, imaginadas,reales,
 reinventadas y destruidas. 
Confinan y liberan. 
Protegen y torturan.”

Marisa Belausteguigoitia Rius

 

En estas líneas, quisiera compartir algunas reflexiones para contribuir a expandir los marcos de posibilidad de los actuales espacios de formación docente continua. En medio del continuo cuestionamiento sobre la “calidad” de la educación pública, en medio de severos intentos de destrucción de los 29 profesorados que forman docentes para ejercer en diferentes niveles, modalidades y áreas en la CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para la creación de una Universidad de la Ciudad –UniCABA–, en medio de la desaparición forzada de los postítulos docentes y de los cursos a distancia que ofrecía el INFoD (Instituto Nacional de Formación Docente), aún resisten en la CABA espacios de sensibilización, reflexión y formación docente gratuitos, laicos y de calidad. Me propongo en este texto hilvanar, con puntada fina, como en una trama sonora, diferentes decires de varios protagonistas. Sobre la base de las palabras de quienes participaron del espacio de formación que me ayudaron –aún sin saberlo– a armar estas ideas, me propongo bordar algunos marcos teóricos que colaboraron para analizar este trayecto como una escena discursiva. En esta oportunidad, abrimos la puerta de las aulas para mostrar “los entretelones” de un microespacio donde cuerpos y sexualidades se entrelazaron para re-pensarse, re-sentirse y, por lo tanto, re-conocerse. El objetivo principal de este “curso de capacitación” destinado a docentes de todos los niveles y modalidades del sistema educativo fue revisar los propios conceptos sobre el cuerpo y la sexualidad para deconstruir viejos paradigmas y colaborar en la construcción del rol docente de quien educa en sexualidad. Grupo heterogéneo, formado por docentes de nivel inicial, primario, medio y universitario; profesorxs de educación especial, docentes de idioma y de educación física que trabajan con niñxs, jóvenes y adultxs, en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires. Grupo diverso, como nuestros cuerpos, que se reunieron en la escuela, con miedos, expectativas y necesidades. “Cuando empecé el curso, tenía mis dudas por no estar capacitada y ser un tema muy cuestionado desde las familias. Al integrarlo en las clases y comentar sobre la Educación Sexual Integral (ESI) a los padres, es cuestionado, pero hay que saber que hay una ley…”, dice Yamila en su texto de evaluación.

Partimos del postulado de que somos un cuerpo, nuestra subjetividad se encarna en la materialidad que llamamos cuerpo. Trabajamos con las teorizaciones que propone Enrique Carpintero para pensar la corposubjetividad, entendiendo que cada sujeto constituye su subjetividad desde diferentes cuerpos: el cuerpo orgánico, el cuerpo erógeno, el cuerpo pulsional, el cuerpo social y político, el cuerpo imaginario, el cuerpo simbólico. Cuerpos que a lo largo de la vida componen espacios cuyos anudamientos dan cuenta de los procesos de subjetivación. En este sentido, definimos el cuerpo como el espacio que constituye la subjetividad del sujeto. Desde aquí, la propuesta de formación en Educación Sexual Integral intentó construir un espacio de confianza donde se pudiese instalar una comunidad de aprendizaje a partir de las vivencias de cuerpos gozosos. Sentipensarnos como cuerpos sexuados-generizados, para instalar en ese, nuestro territorio, nuevos conceptos teóricos relacionados con la Educación Sexual Integral. Ponerle el cuerpo al aprendizaje, con la firme convicción de entender la educación como un proceso de emancipación, un proceso que visibilice las trampas del patriarcado y del capitalismo, y que apunte a la descolonialización de los cuerpos. Siguiendo a Nogales: “…un sueño de descolonialización, de pensar con nuestras propias cabezas, de cambiar actitudes, pensamientos, de cambiar el cuerpo…”.

La Educación Sexual Integral tiene la posibilidad de instalar en la escuela nuevos debates, de abrir espacios para preguntarnos, para disentir y reconstruir en comunidad. Desde octubre del año 2006, tanto en la CABA (Ley 2110) como en el resto del territorio nacional (Ley 26150), la ley garantiza el derecho de todos los educandos a recibir información científica, actualizada, comprensible y pertinente sobre sexualidad en la escuela. La ley, en su artículo 1, define a la Educación Sexual Integral como aquella que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales y afectivos relativos a la sexualidad, para promover el bienestar personal y social mediante la comunicación y el amor. Este derecho que lxs docentes deben garantizar a niños, niñas y adolescentes desde la escuela es también, como lo señala el artículo 7, una responsabilidad del Estado que, a través del Ministerio de Educación, se compromete con “la formación y actualización de los/as docentes a fin de que puedan tener las herramientas necesarias para abordar el proceso de enseñanza sobre lo establecido en la presente norma”. Durante una semana calurosa de verano, nos reunimos diariamente casi cinco horas, en una escuela pública del barrio de Villa Urquiza, más de cuarenta docentes para jugar, reflexionar y compartir contenidos para llevar al aula. La propuesta fue desalambrar los espacios cognitivos establecidos para que se produjese el “desprendimiento” de aquello que necesitaba ser transformado. La idea de desprendimiento, que tomo de Walter Mignolo, hace referencia al activo abandono de las formas de conocer que nos sujetan y modelan activamente nuestras subjetividades en las fantasías de las ficciones modernas. “…Descolonizar mente y cuerpo. Descolonizar para reconectar. Reconectar para integrar. Integrar para libertar. Y al, libertarse, trillar caminos distintos. Nuevos viejos caminos, mirando a nosotros mismos, una mirada desde adentro hacia fuera, uniendo cerebro víscera, corazón y razón…”.

 

 

A través de la descolonización de los cuerpos, intentamos promover la descolonización de los saberes instaurados sobre los cuerpos y reproducidos en la escuela. Esos saberes han sido patrimonio de la biología, y, en su nombre, la ciencia médica ha sostenido su saber-poder sobre la salud-enfermedad, patologizando muchas prácticas sexuales y muchos cuerpos, aquellos cuerpos abyectos, al decir de Judith Butler. Sabrina reflexionaba al cierre del curso: “…en la escuela, los cuerpos son maltratados. Se les quita libertad, ya que fue creada para controlar y disciplinar. Cada género tiene un ‘deber ser’ en la escuela, y si no se cumple, está mal visto o censurado. Lxs estudiantes deben configurarse como cuerpos masculinos y femeninos, contribuyendo al mantenimiento de un cierto orden sexual jerarquizado. Esto puede ser considerado como maltrato, ya que no hay libertad para la identidad de género de cada sujetx. Creo que la escuela debería borrar todas las herencias de la modernidad y cambiar al nuevo paradigma, en donde contamos con una Ley de Educación Sexual Integral. Y es un espacio fundamental para generar prácticas; y territorio donde se promueva la igualdad y el respeto por las diferencias”. Otra disciplina muy presente en el currículum escolar que han contribuido a reificar los cuerpos en la escuela es la educación física y sus propuestas pedagógicas separadas por sexos. Un área muy valorada por la mayoría de lxs alumnxs que cumple con los objetivos de construir a través de los cuerpos las mujeres y varones que el sistema de producción necesita en cada etapa de la conformación del estado-nación. Un espacio de recreación, juego y contenidos específicos de lo corporal al servicio de la reproducción de los estereotipos de género. Son valiosos los aportes de Pablo Scharagrodsky al respecto, incluyendo el libro Mujeres en movimiento. Deporte, cultura física y feminidades. Argentina, 1870-1980. A pesar de los esfuerzos de la escuela por continuar transmitiendo los valores del higienismo, la prevención de enfermedades y la “alimentación saludable”, llegan a las escuelas otras demandas en torno a los cuerpos. La presencia de los “cuerpos mediáticos” y mediatizados a través de la placenta electrónica y las redes sociales hace que sea necesaria y urgente la revisión por parte de lxs docentes de nuestros propios conceptos sobre cuerpos y sexualidades. Las luchas y las conquistas de los movimientos de la disidencia sexual (incluimos en este concepto al colectivo gay-lésbico-trans-queer- intersex y otrxs que se oponen a la heteronormatividad), entre ellas, la Ley nacional de identidad de género, obligan a las escuelas a garantizar el derecho a la educación en sentido pleno para todxs lxs ciudadanos que así lo requieran. Cuerpos disidentes- sujetos nómades, cuerpos que en simultáneo educan y se educan compartiendo saberes. Las nuevas tecnologías no solo producen nuevas subjetividades, sino que también producen “nuevas carnes”: nuevos cuerpos. El cuerpo dejó de ser natural; sostenemos con Jean Luc Nancy que “no tengo un cuerpo, soy mi cuerpo”. En este recorrido que armamos, llegamos a Deleuze y Guatarri, con todo lo que provoca pensarnos como máquinas deseantes, cíborg, al decir de Donna Haraway. Solo puras representaciones parciales de quienes somos, cuerpos fragmentados, órganos separados, especialmente genitales, especialmente femeninos al servicio de mercado de consumo sostenido por la publicidad. ¿Cómo operan estos mecanismos de construcción de corporalidad en la subjetividad de quienes habitamos las escuelas?

 

 

 

Por todo esto, proponemos una pedagogía política del disenso de las fuentes hegemónicas que han contribuido con una provisión de sentido disciplinario rescatando las pedagogías feministas sobre la sexualidad, saberes prohibidos que las mujeres históricamente hemos transmitido (básicamente desde la oralidad) a las jóvenes generaciones: saberes sobre la menstruación, sobre el embarazo y el parto, sobre la crianza, sobre el amor romántico y maternal, entre otros. Esta pedagogía –la del cruce, del desborde y de la transgresión de fronteras disciplinarias y geográficas, tal como propone Gloria Anzaldúa– contribuye al rediseño de una ciudadanía sexual donde todos los goces estén permitidos, enseñados y promovidos desde la escuela que se constituye como una de las instituciones que debería legalizar esos saberes.

Adriana dice: “…el curso ha significado para mí una oportunidad para reflexionar acerca de lxs cuerpxs que habitamos en el espacio escolar. La escuela se revela como un dispositivo que ejerce el control sobre los cuerpos de alumnos y docentes con el fin de garantizar la transmisión de valores y concepciones acerca de lo que se considera ‘ser normal’ en la cultura dominante...”

En pos de disputar el sentido pedagógico relativo a las formas de administración, producción y circulación del conocimiento en un marco global de grandes asimetrías, retomamos las preguntas de Marisa Belausteguigoitia Rius y las hacemos propias. ¿A qué se considera conocimiento sobre los cuerpos y quién puede producirlo? ¿Cuáles son los saberes legítimos y legitimados por la escuela? ¿Cómo negociar el acceso y permanencia de saberes, prácticas y experiencias "otras" que colinden con estructuras hegemónicas y universales? Por ejemplo: ¿qué lugar tiene la ginecología natural en medio de los manuales que explican el ciclo menstrual? ¿Qué lugar tiene la copa menstrual y los círculos de mujeres que trabajan en conexión con el útero y los ciclos lunares en los libros de texto que elegimos? ¿Cómo visibilizar e intervenir críticamente en las formas de conocimiento movilizadas por la globalización de capitales, ideas y personas? ¿Qué influencia tienen los laboratorios y las empresas “de higiene femenina” que hace más de 25 años venden sus productos e ingresan a la escuela pública con la anuencia de los equipos directivos y de supervisión? ¿Cuándo tendremos disponibles, en forma gratuita, preservativos femeninos como parte de los insumos necesarios para prácticas sexuales seguras para mujeres? ¿Qué fronteras es necesario derribar, cuáles debemos construir y qué límites trazar para producir una circulación del conocimiento y de la experiencia que dé cuenta de los discursos y proyectos "desde abajo", desde “el cuerpo docente”, desde lxs alumnxs? ¿Desde qué límites discursivos, con qué colindancias transnacionales, a través de qué umbrales de la materialidad y de la reapropiación de nuestra historia podemos acercarnos al desarrollo de una ciudadanía inclusiva e intercultural en nuestras escuelas urbanas y rurales? Alan, recordando la escuela presente en su biografía escolar, comparte: “En mi escuela, mi cuerpo era disfrazado de ‘pobre’, ‘judío’, ‘sucio’, ‘asmático’, ‘traga’, pero no es el único cuerpo al que disfrazaban. Otrxs eran ‘negrxs’, ‘tontxs’, ‘villerxs’, ‘fexs’, ‘gordxs’ y muchas otras palabras que parecen insultos. Nuestros cuerpos son diferentes y venimos de distintos lugares, pero a todos se nos evalúa de la misma manera ...”.

 

 

 

En este curso que se desarrolló en medio de asambleas para decidir el inicio o no del ciclo lectivo, en medio de reclamo por paritarias docentes re-conocernos como “cuerpo docente” no fue solo avanzar en la construcción de la ciudadanía sexual en tanto sujetxs singulares con derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, fue también construir un colectivo que pudiera encontrarse en la reivindicación de derechos como trabajadores y trabajadoras de la educación. Interesante reflexionar sobre mujeres trabajadoras rumbo al 8M y el lugar de la escuela en la construcción de ese compromiso, porque, como dice Adrián: “La escuela es un territorio. Un territorio que, seamos conscientes o no, enseña a pensar sobre el otro territorio: el cuerpo. ¿Qué territorio queremos que se piense en la escuela? ¿Cómo queremos que nuestros alumnos territorialicen sus cuerpos? ¿Como queremos se apropien de ellos, los vivan, los disfruten, los usen, los cuiden, los redefinan, pongan en relación con otrxs? Las respuestas a estos interrogantes, más que un territorio por descubrir, son un territorio por construir. Por supuesto, siempre, con otrxs”.

Por eso, cierro diciendo gracias a lxs constructorxs de este artículo que aportaron sus cuerpos y se dejaron jugar por la propuesta, porque si como dice Nancy: “El cuerpo es una idea, una idea de poder, de belleza y de moda”, es válido preguntarnos: ¿qué idea de cuerpo sostiene la Educación Sexual que estamos transmitiendo?

 

 

 


Cómo citar este artículo:
Gabriela Ramos. "Desterritorializando los cuerpos en la escuela: sexualidad y formación docente". El búho y la alondra [en línea]  Julio / Diciembre 2018, n° Confines y fronteras. Actualizado:  2018-08-14 [citado 2024-05-07].
Disponible en Internet: https://www.centrocultural.coop/revista/confines-y-fronteras/desterritorializando-los-cuerpos-en-la-escuela-sexualidad-y-formacion. ISSN 2618-2343 .

Compartir en

Desarrollado por gcoop.