La bandera de la Emancipación | Centro Cultural de la Cooperación

La bandera de la Emancipación

15/03/2012

Por Alejandro Pisnoy

Hoy, 27 de febrero, se conmemoran 200 años de la creación y jura de nuestra bandera. A orillas del río Paraná, en la ciudad de Rosario, el General Manuel Belgrano, en el camino hacia la libertad y la emancipación de nuestro continente, hizo jurar a las tropas de las baterías “Libertad” e “Independencia” fidelidad a una bandera que había encargado coser a una vecina y que llevaban los colores de la escarapela, azul-celeste y blanco. Estos colores, que en los comienzos de la Revolución de Mayo se habían repartido en forma de escarapelas para diferenciarse del rojo que llevaban los realistas, habían sido tomados de la dinastía borbónica, que los utilizaba para sus condecoraciones.

http://tiempo.infonews.com/2012/02/27/argentina-68728-la-bandera-de-la-emancipacion-o-independencia.php

El recorrido de los colores que hoy representan a nuestro país no fue tan sencillo para Belgrano, ya que en sus comienzos el Triunvirato, desde Buenos Aires, no sólo le negó la utilización de la bandera sino que además consideró el hecho de la jura como un desorden y una falta de respeto a la autoridad suprema. Belgrano siguió camino hacia el norte, donde se hizo cargo del Ejército, y desobedeciendo al gobierno centralista de Buenos Aires, hizo bendecir la bandera en la Catedral de Jujuy. En octubre de 1812, el Primer Triunvirato caía y daba paso al Segundo, que estaba liderado por la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica, que encabezaba otro de los grandes pensadores de la emancipación de Nuestra América, Bernardo de Monteagudo. Este nuevo Triunvirato autorizó la jura de la bandera nacional con los colores celeste y blanco que representaran a estas tierra, más allá de los cambios en las tonalidades y las formas durante los diferentes gobiernos a lo largo de estos 200 años.
Quedarnos con la imagen de Belgrano sólo como creador de la bandera acompañado de una visión del hombre que fue derrotado, y que murió en la pobreza y el olvido, es parte de lo que la historiografía clásica y liberal argentina mucha veces nos presentó; dejando de lado el pensamiento crítico, y el espíritu revolucionario de un hombre que luchó por la independencia de nuestro país y nuestro continente, con importantes ideales; que hoy en día vuelven a estar vigentes y en discusión.
Volver a hablar de Belgrano, es hablar de un hombre que estuvo y observó lo que sucedió en la Francia revolucionaria de 1789; al regresar al Río de la Plata, en 1801, fue uno de los fundadores y columnistas de El Telégrafo Mercantil. Al año siguiente, junto a Vieytes, crean el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. Antes de ser uno de los partícipes más importantes de la Revolución de Mayo de 1810 junto a Moreno y Castelli entre otros, fue uno de los fervientes defensores de Buenos Aires durante las invasiones inglesas.
A pesar de ser derrotado en Paraguay, a comienzos de 1811, dejó su claro mensaje de independencia al pueblo guaraní; luego es enviado y puesto a cargo del Ejército del Norte, sin apoyo de Buenos Aires preocupado por la Banda Oriental, se encontró con un ejército diezmado de soldados, armamentos, comida y medicamentos, pero logra el consentimiento del pueblo jujeño, que lo apoya en la decisión de trasladar a toda la población hacia Tucumán, produciendo uno de los hechos más importantes de nuestra historia en agosto de 1812, el Éxodo jujeño.
Este gran hombre que impulsó la creación de nuestra bandera, además planteaba la necesidad de tener un gobierno propio e independiente, impulsaba la idea de una reforma agraria por medio del trabajo productivo, transformando el régimen de la propiedad de la tierra que había impulsado el colonialismo español que explotaba y utilizaba la mano de obra de los pueblos originarios. Fue uno de los primeros estadistas de nuestro continente, planteando que la educación debía ser obligatoria y gratuita, sosteniéndose desde el cobro de multas, confiscaciones y contribuciones de las clases altas. Hablar de Belgrano es hablar de un verdadero intelectual y revolucionario, y al que San Martín definió como el más metódico de los revolucionarios que conoció, lleno de integridad y talento natural, agregando que “es lo mejor que tenemos en América del Sur”.

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