La base está | Centro Cultural de la Cooperación

La base está

Autor/es: Jorge Testero

Sección: Opinión

Edición: 11


La pérdida de Néstor Kirchner, intempestiva, sorpresiva, dolorosa, arroja en el campo de la política argentina certezas e interrogantes.

La certeza visible de las consecuencias sociales que generó desde su advenimiento a la presidencia en 2003; primero, la constitución de un espacio adverso, conformado por grupos económicos y políticos serviles a los mismos, que fue acrecentando su presión en la medida que se hacía claro que ésta no lograba “moderar el rumbo” de una gestión que, también, fue de menor a mayor en la afectación de intereses concentrados. Espacio poderoso cuya vanguardia se instaló en los grandes medios, no ya voceros, sino parte de los dueños de la Argentina. Luego, y sin solución de continuidad, el despliegue de los elementos constitutivos de la experiencia abierta aquel 25 de mayo: derechos humanos, política internacional, audaces intentos distributivos, lectura inclusiva de la historia argentina, jubilaciones, recupero del papel del Estado y varios etcéteras largamente recorridos en estos días. La certeza, claramente expresa hoy, del camino de continuidad y profundización que seguirá Cristina Fernández.

Los interrogantes se abren en el campo de la construcción de fuerzas que ocupen de manera sustantiva el rol articulador que Néstor fue cubriendo en el espectro diverso de corrientes que acompañaron y acompañan el proyecto. Espectro compuesto por tradiciones distintas que fueron confluyendo también con distinto grado de adhesión pero que han producido un efecto casi milagroso e impensado en la sutura de pensamientos y prácticas hasta no hace mucho divorciadas entre sí, generando un amplio marco de riqueza y experiencia pero que necesitará de paciencia e inteligencia para potenciarlo.

Como decían los viejos profesores de física, la materia tiene horror del vacío; la política también.

Legados y tradiciones que se encuentran en la confluencia histórica del presente y se enfrentan al abismo de lo nuevo.

Más allá de intentos restauracionistas de adentro y afuera, el futuro de este proceso dependerá de la capacidad de los actores de confluir en un gran frente (apelo aquí a una nomenclatura tradicional) que aglutine esas diferencias, las incluya respetando las características de cada sector y pueda encolumnar en los grandes objetivos una energía que podrá ser formidable y constituir un salto cualitativo y cuantitativo en la historia contemporánea de nuestro país. Fuerza que deberá contener la tradición nacional y popular, los creyentes comprometidos, la izquierda marxista que lee bien la lucha de clases, la centroizquierda popular y el progresismo verdaderamente democrático. Será una epopeya, pero el jefe político fallecido demostró que estas cuestiones no son para tibios. La puerta de la Historia grande está abierta.

Finalmente, para volver sobre las certezas, lo visto y vivido en la Plaza y en la Rosada durante la despedida de Kirchner mostró la emergencia de un proceso subterráneo que suele aparecer en los grandes acontecimientos nacionales. Un pueblo dolorido y desafiante, en una paleta expresionista que mostraba, a la vez, pena, sufrimiento, agradecimiento y fuerza para seguir adelante con su explícito apoyo a Cristina. Y sobre todo, una juventud movilizada como hacía mucho no se veía; fiesta para los ojos de veteranos que habíamos perdido la esperanza de ver ese espejo de nuestra juventud en otro tiempo pero en la misma historia. Aluvión que sin duda se vincula con lo visto y vivido en los días del Bicentenario por las grandes avenidas de Buenos Aires.

Mucho se ha hablado y teorizado sobre la ausencia de un sujeto social para el cambio en la Argentina: tales expresiones indican su presencia. Debe dar el salto a sujeto político.

No quedan excusas, la base está.

Tenemos una cabeza que seguirá abriendo caminos y una base social que la sustenta, en el medio es imprescindible el tejido de una trama de organizaciones sociales, políticas, culturales, de orígenes y objetivos diversos, unidas en una textura nueva con hilados de la historia. Una prenda que sea cobijo y escudo.

Se necesitan buenos tejedores.

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