Lecturas de verano: libros en La pirateca | Centro Cultural de la Cooperación

Lecturas de verano: libros en La pirateca

18/01/2023

Hoy presentamos La Pirateca, se trata de una comunidad anónima con origen en México que, bajo el lema de “Los libros no se roban, ¡se expropian!”, mantiene una página de internet donde pueden descargarse decenas de libros gratuitamente. Y, aunque no es el único proyecto dedicado a escanear y liberar libros en la red, La Pirateca ha cobrado cierta fama: muchos de los libros que expropian suelen ser caros, a veces inconseguibles o sumamente codiciados.

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Su catálogo, dicen, parte de una “curaduría de la amistad”. Deciden compartir libros por esta vía no sólo por el deseo de cuestionar las políticas editoriales o los derechos de autor; su propósito es mucho más sencillo: compartir libros que los han afectado –libros capaces de generar afectos–, tejer lazos y relaciones de cariño a través de la lectura. Pero no todo el mundo está conforme con sus acciones.

Disruptiva. Así califica Hermes Ceniceros la obra poética de Abigael Bohórquez. Por eso, al enterarse de la polémica sobre la reproducción no autorizada de su poemario, el librero y gestor cultural tuvo una idea: anunció que aquellas personas que llegaran a Pequebú Librería con la versión digital del libro obtendrían 40% de descuento en la compra de un ejemplar impreso. Las ventas del libro aumentaron 200%. Ceniceros aprovechó, además, para promocionar otras obras y permitió a las y los lectores de Bohórquez tomar una postura en defensa de los ejemplares impresos.

–La gente que iba y compraba el libro con ese descuento veía ese acto como una proclama: “No nos vamos a dejar”. Hacían el paro, compraban uno o dos libros más, aunque no tuvieran descuento. La obra de Bohórquez había sido editada con recursos públicos, recuerda Ceniceros. Pero, incluso, para las personas de Sonora resulta difícil obtener sus libros: antes de que La Pirateca liberara sus textos, Bohórquez contaba con poca promoción en las librerías. Conseguir un libro suyo, en otras partes de país, era todavía más complicado.

Para acceder a un libro físico en Sonora, explica Ceniceros, las personas tienen que ir a ciudades grandes: Hermosillo, Cajeme o Nogales. En los pueblos pequeños no hay librerías ni bibliotecas; y, si las hay, su catálogo es pobre y desactualizado. Leer nota completa

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