Más afiliaciones sindicales | Centro Cultural de la Cooperación

Más afiliaciones sindicales

30/06/2014

Por Martín Burgos * (artículo publicado en el diario página 12, ( 30 junio 2014)


La perspectiva histórica nos muestra que la inflación es un fenómeno que se vuelve mundial durante el siglo XX, y particularmente en la época que podríamos caracterizar como keynesiano-fordista, que se prolonga desde la posguerra a la crisis del petróleo de 1973. Los datos estadísticos que reúne el francés Thomas Piketty en su último libro, El Capital en el siglo XXI, no hacen más que confirmar lo que ya sabíamos: el período que va desde 1945 a 1975 es donde mejor distribución del ingreso conocieron los países, tanto los desarrollados como los que entonces se llamaban los del Tercer Mundo, incluida Argentina. Entonces la pregunta que nos podemos hacer ante esta correlación es la siguiente: la inflación, ¿mejora la distribución del ingreso? Y ¿cuál sería el mecanismo por el cual se daría esa relación?


En primer lugar, es preciso marcar algunos puntos esenciales: en América latina durante la última década todos los países conocieron una mejora en su distribución del ingreso, y eso más allá del color político de los gobiernos, de la estructura social del país o de las políticas llevadas adelante para industrializar el país. Entre esos matices es necesario plantear también que sólo Venezuela y Argentina conocieron inflaciones explícitas de dos dígitos, por lo cual la relación entre inflación y distribución del ingreso no es tan firme.


En Argentina, lo que se puede apreciar es que durante la última década crecieron las afiliaciones sindicales y se les dio un nuevo impulso a los convenios colectivos de trabajo, cambiando de manera sorpresiva la evolución de las instituciones que rigen el mercado de trabajo. Esto último tiene sus causas en la política de promoción de los convenios colectivos de trabajo que, durante toda la década del ’90, sobrevivieron en la figura jurídica de “ultraactividad”, quedando vaciados de contenido y de dinámica, contrariamente a lo que supone su nombre. Pero también la propia inflación en un contexto de desempleo bajo genera una puja distributiva que se institucionaliza a través de las demandas sindicales. La mejor conciencia que se pueda tener de sus intereses como trabajadores es cuando los precios aumentan sin que aumenten los salarios, y la principal respuesta sigue siendo la organización gremial.

Esta “vuelta” del actor sindical en los primeros planos de la vida dentro de la empresa, con la renovación de cuadros de base, también se acompañó de reivindicaciones que superaron el propio pedido salarial e incorporaron a otras problemáticas que hacen a la calidad de los contratos (pase a planta) y la calidad del trabajo realizado. En suma, la organización gremial pudo ofrecer otras vías para solucionar problemas laborales de manera colectiva, impulsando en un lugar central de la vida de los trabajadores, como lo es el ámbito laboral, una racionalidad distinta de la vigente hasta el 2001, que podríamos llamar una racionalidad neoliberal.

Porque el neoliberalismo no es sólo una política económica concreta, orientada a disminuir los salarios mediante reducción de gasto público, el achicamiento del Estado, la desindustrialización y la privatización de los servicios públicos, sino que también constituye una cultura, un modo de ser, en la cual el individuo se vuelve la unidad protagónica. Los valores que este individuo pondera por sobre todo el resto son los del éxito que le permite diferenciarse y explicar su vida frente a lo que se considera el fracaso. El exitoso generalmente no se presenta a sí mismo como un trabajador, sino como un cuadro medio o un “jefe”, que le permite distinguirse del resto. La propia dinámica del neoliberalismo aplicado en Argentina durante los años noventa fue el caldo en el cual se deterioraron los lazos sociales, socavando lo que era la base del Estado de bienestar: el mercado de trabajo. El desempleo y el empleo en negro crecientes conllevó a que los individuos exitosos sean cada vez menos, y los fracasados cada vez más.

El fenómeno actual de la clase media acomodada y crítica del mismo gobierno que les permitió mejorar sus ingresos en esta última década no es más que la vuelta a ese individualismo neoliberal, que piensa que su éxito se debe a sus esfuerzos, y no a una política macroeconómica que le permitió darle el marco apropiado para ello. Una cita de Antoine de Saint-Exupéry nos podría servir para ilustrar la situación: hablando de los hombres, decía: “Fuérzalos a construir juntos una torre y los cambiarás en hermanos. Pero si querés que se odien, tírales unos granos”.

* Economista del Centro Cultural de la Cooperación.

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