Geopolítica de Yemen: el triste silencio de Occidente | Centro Cultural de la Cooperación

Geopolítica de Yemen: el triste silencio de Occidente

07/12/2016

Por Damián Jacubovich, analista internacional, geopoltólogo e investigador del Centro Cultural del Cooperación

Vamos a hablar de la guerra que vive el Estado de Yemen en la actualidad, un conflicto no solamente lejano pero por sobre todas las cosas, silenciado, por la mayoría de los medios occidentales; un conflicto que para numerosos analistas de la geopolítica internacional representa el teatro de enfrentamiento entre las dos grandes potencias que tiene la región de Medio Oriente: Arabia Saudita e Irán. Arabia Saudita con presencia militar en Yemen, encabeza una coalición integrada por la mayoría de las monarquías petrolíferas como Bahréin, los Emiratos Árabes + Egipto + Turquía + Marruecos + el apoyo de Israel y los Estados Unidos + el apoyo político de Europa. Cabe mencionar que el apoyo de Occidente implica una importante venta de armas por parte de Occidente a la coalición) y del otro lado, está Irán y sus aliados (Hezbolá) con Rusia de fondo. Ambos países, Arabia Saudita e Irán tienen intereses opuestos en Yemen. Los primeros apuestan por la victoria de las fuerzas (sunitas) leales al actual presidente Mansur al-Hadi quien fue expulsado por las fuerzas rebeldes (chiitas), e Irán que apuesta a las victoria de estas últimas.

Los objetivos geopolíticos de Arabia Saudita en este conflicto son muy precisos: recuperar Yemen hacia sus propios intereses y los del bloque occidental (Yemen es entre otras cosas clave en la ruta del petróleo de Medio Oriente hacia Europa) y asegurar la seguridad su frontera sur con Yemen en dónde las fuerzas rebeldes son mayoría y detienen el control del territorio.
La guerra de Yemen a imagen de lo que acontece en Siria pone de manifiesto esta nueva tendencia que caracteriza la geopolítica militar mundial en el siglo XXI, en donde las potencias mundiales se ven imposibilitadas de enfrentarse directamente por temor del devenir en una 3 era guerra nuclear que acabaría con el mundo; ante esta situación, tienden a enfrentarse a través de conflictos “miniaturizados” como lo son la guerra de Yemen o el conflicto de Siria o bien concentran sus objetivos militares en el terrorismo internacional que permite alimentar la muy golosa industria armamentística.
Respecto del conflicto que azota Yemen, y a diferencia de lo que pasa en Siria, es importante subrayar el dique mediático levantado por parte de los principales medios de comunicación occidentales, silenciando de esta manera las barbaridades que está por ejemplo cometiendo la coalición encabezada por el régimen saudí en dicho país. A modo de ejemplo, poco y nada es lo que se difunde sobre los bombardeos de la coalición en Sana, capital de Yemen, en donde el sábado 8 de octubre, se registraron mínimo 140 muertos civiles y centenares de herido cuando la coalición abrió fuego sobre una ceremonia funeraria.
A todo este complejo escenario, se debe sumarle la presencia de Al Qaeda (la filial AQPA) y el Estado Islámico, cada uno asentado en una región diferente Yemen,
Vale también mencionar que la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense y una potencial armonía en las relaciones con Rusia, puede volver a barajar todas las cartas de los distintos conflictos en el mundo, esto incluye por supuesto la guerra en Yemen.
Si uno busca los orígenes de un hecho geopolítico como el conflicto en Yemen, es difícil poder decidir en qué momento arrancar el relato, porque hay hechos históricos muy importantes dentro del conflicto como la ruptura interna dentro del islam que enfrenta a sunitas y chiitas originado a la muerte del profeta en 632 después de Cristo, etc…Frente a esta dificultad, y debido a la imposibilidad de poder abarcarlo todo, debemos proceder a algunos atajos a la hora de contar la problemática del Yemen, con el “peligro” que dichos atajos pueden conllevar.
Para empezar a entender el conflicto, vamos arrancar entonces desde las primaveras árabes, a sabiendas, como hemos mencionado, que los orígenes de este conflicto se extienden mucho atrás en el tiempo.
Ali Abdullah Saleh, fue presidente de la República de Yemen desde el 22 de mayo de 1990 hasta el 25 de febrero de 2012, cuando estallaron las primaveras árabes. Este ex presidente, es de confesión chiita zaidista, una rama prima hermana del chiismo iraní; pero con ciertas características que la hacen relativamente cercana al sunismo. Más allá de los numerosos defectos que se le puede atribuir al ex presidente Ali Abdullah Saleh entre otros haberse mantenido por más de 30 años en el poder (el segundo “presidente” más duradero de los países árabes después de Gadafi), numerosos geopolitólogos le reconocen el haber logrado ponerle fin a una incesante cantidad de guerras civil que habían dividido el país. Al igual que Mubarak de Egipto, Ben Ali, de Túnez, Gadafi de Libia, se lo llevó la primavera árabe, y lo sucedió su entonces vice presidente Mansur al-Hadi que era sunita, de buen entendimiento con el bloque occidental y al que los seguidores de Saleh acusan de traición.
En ese momento se rompe el equilibrio, el sistema político yemenita comienza a degradarse, aparecen diferentes grupos opositores dentro de la nación que tratan de hacerse con el poder, pertenecientes a la vez a distintas pertenencias étnicas y religiosas; básicamente, sunitas ortodoxos y los llamados Houtis que representan aproximadamente el 40% de la población yemenita, de confesión chiitas zaidistas al igual que el ex presidente Saleh y que aprovechando la fragilidad estatal logran apoderarse nada menos que de la capital del país y de casi toda región oeste.
Empieza entonces como dijimos, una puja por conquistar el poder, los sunitas apoyados por el Saudí, EEUU y los Houtis, apoyados por algunas facciones sunitas, por gran parte del ejército nacional gracias a la mano del ex presidente Saleh que no ha podido digerir su expulsión del poder cuando las primaveras árabes y por Irán y aliados por supuesto.
A partir del 2015, comienza una guerra abierta, que aún hoy prosigue, con más de 2 millones de refugiados e innumerables pérdidas civiles.

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