Confusión e incoherencia | Centro Cultural de la Cooperación

Confusión e incoherencia

20/08/2016

Por Estanislao Malic

En diciembre de 2015 gran parte de la población argentina sentía que podía dormir tranquila ya que el Banco Central finalmente asumiría su rol “natural”. Con la llegada de las nuevas autoridades la entidad se dispondría a domar de una vez por todas la inflación. Dentro de ese relato, los aumentos de precios fueron producto de años de descontrol monetario y abuso de la “maquinita”. Tras siete meses de gestión y con aumentos de precios no vistos en 25 años, la tranquilidad se convirtió en escepticismo: ¿Qué es lo que sucedió?

Las medidas anunciadas desde el BCRA nunca se destacaron por su claridad. Más allá del compromiso anti inflacionario, el proyecto oficial abunda en contradicciones: los mecanismos utilizados para alcanzar el objetivo de contener los aumentos de precios, según anunció la propia autoridad monetaria, serían controlar las cantidades de dinero, las tasas de interés, a veces el tipo de cambio y, obviamente, comenzar a aplicar las famosas “metas de inflación” (o inflation targetting).

¿Qué proponen los regímenes de metas de inflación? El mecanismo por el cual se controlarían los aumentos de precios, sería a través de la regulación de la actividad económica vía variaciones en la tasa de interés. Desde esa lógica, el aumento del nivel general de precios estaría vinculado a procesos de excesos de demanda. A mayor inflación, el Banco Central sube las tasas de interés, lo cual redunda en una desaceleración económica, aumento del desempleo y consecuente estabilización de los precios. Así de fácil. Debemos destacar que en los esquemas de metas de inflación la herramienta exclusiva de política monetaria es la tasa de interés. Asimismo, el Banco Central debe destacarse por su claridad, credibilidad y transparencia.

Aquí se presentan dos cuestiones: ¿ha sido el Banco Central claro, creíble y transparente? ¿Las metas de inflación son efectivas para controlar la inflación argentina? Imaginemos que creemos en el esquema de metas de inflación y esperamos un BCRA comprometido con el mismo. Si ese fuera el caso, el desempeño de las autoridades ha sido lamentable. Los anuncios han sido contradictorios e incluso incoherentes. Por ejemplo, es teóricamente imposible controlar el tipo de cambio, las tasas y las cantidades de dinero al mismo tiempo. Asimismo, las mediciones de inflación utilizadas para orientar la política han ido variando mes a mes según conveniencias aparentemente diferentes al control de precios: se consideró el índice de inflación de un blog desconocido, el IPC San Luis, el IPC de la Ciudad de Buenos Aires, las inflaciones “núcleo” correspondientes y finalmente el relevamiento de las expectativas inflacionarias. Resulta imposible saber qué índice considerará la autoridad monetaria para fijar las tasas. Para peor el presidente del Banco Central ha dado conferencias académicas afirmando que el sistema económico debe analizarse con modelos teóricos de economía de trueque, o sea, sin dinero. Sí, el presidente de la institución que vela por el funcionamiento bancario y la estabilidad monetaria piensa el mundo como una economía sin dinero. Aunque usted no lo crea. El Banco Central no ha sido ni claro, ni creíble, ni transparente.

Respecto a las capacidades de los regímenes propuestos por las autoridades para controlar la inflación, las mismas son sumamente dudosas. Sus éxitos parciales parecen estar más vinculados a procesos de apreciación o estabilidad cambiaria que a la administración de la actividad vía tasa de interés. En el caso de los procesos inflacionarios argentinos poco parecen tener que ver con excesos de demanda (o de actividad). Como explicaron los estructuralistas latinoamericanos, la misma puede explicarse por los clásicos shocks cambiarios, combinados con aumentos de los precios internacionales de los commodities y la consecuente puja distributiva entre los diferentes sectores de la economía que buscan a través del sistema de precios y salarios no perder poder adquisitivo (incluso el gobierno con sus tarifas). La validez de esas teorías las podemos encontrar nada menos que en la convertibilidad, dónde se ancló el tipo de cambio, los precios de los commodities agrarios nunca despegaron, y se domesticó la puja a fuerza de apertura económica, flexibilización laboral y desempleo. Ojalá los economistas argentinos leyeran más a Olivera y menos a Friedman.

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