La libertad es ciega a su mirar. María Fernanda Pellegrino, escritura colectiva de poesías ... | Centro Cultural de la Cooperación

La libertad es ciega a su mirar. María Fernanda Pellegrino, escritura colectiva de poesías ...

21/10/2013

María Fernanda Pellegrino, una maestra en formación, realizó en el primer cuatrimestre del  año en curso su primera experiencia docente en una escuela pública de la CABA, iniciando a sus alumnos de 7° grado en el insondable mundo de la poesía contemporánea.

Este es el relato de lo que hizo y de por qué y cómo lo hizo Soy María Fernanda Pellegrino, estudio en la Escuela Normal Superior N° 4 D.E. 8. En el primer cuatrimestre del año 2013, cursé la primera parte de la Residencia (Taller 5) del Profesorado para la Enseñanza Primaria, que consiste en observación de un grado durante dos semanas y prácticas docentes de las cuatro áreas disciplinares en ese mismo grado, durante un mes y medio. En la Escuela Normal donde estudio, este tramo está diseñado de la siguiente manera: luego de las dos semanas de observación el residente comienza a enseñar una de las áreas, para agregar otra la semana siguiente. En las últimas dos semanas se trabaja con las cuatro áreas. La experiencia que relataré la llevé a cabo en 7° D del turno tarde de la Escuela 4 D.E. 7 Arturo U. Illia, con 24 alumnos Comencé a trabajar con los chicos el 29 de abril de 2013 en las áreas de Ciencias Sociales y Matemática, intentando plantear una propuesta distinta a la que había observado por parte de las docentes del grado. Busqué lograr un clima distendido, en el que los alumnos se sintieran cómodos y quisieran participar, plantear dudas, expresar opiniones. El 27 de mayo de 2013 empezamos a adentrarnos en las Prácticas del Lenguaje a través del tema: poesía contemporánea. Disponíamos de un tiempo reducido: cuatro bloques de 40 minutos y dos bloques de 80 minutos. Decidí que lo que me interesaba era que los chicos se acercaran a la poesía sin demasiadas reglas, que disfrutaran de su lectura por la lectura misma, expresaran lo que este tipo de texto les producía.

Por otro lado, quería lograr una escritura colectiva de poesías a partir de las producciones individuales. Me animé a llevar a cabo esta propuesta en tan poco tiempo por dos razones: en primer lugar, porque es un grupo muy unido en un momento muy especial de su escolaridad (el término de la primaria).  En segundo lugar, que son chicos con vidas emocionalmente muy ricas, pero que solían estar callados y extremadamente tranquilos. Me dio la fuerte impresión de que no solo tenían mucho para decir, sino que necesitaban hacerlo. La propuesta se inició con la lectura en grupo de una selección bastante amplia de poesías contemporáneas. Desde Girondo hasta Calle 13, pasando por Pizarnik, Galeano, García Lorca, María Teresa Andruetto y tantos otros… Los chicos se organizaron en grupos de cuatro, cada grupo recibió un sobre con una selección completa de poesías. En un primer momento les pedí que las leyeran y comentaran en el seno del grupo. Por supuesto, el tiempo no alcanzaba para leer todas las poesías, lo que los llevó a realizar una primera selección de aquellas que les llamaban la atención  por el título, la longitud o el autor. Luego cada uno seleccionó la que le había gustado o movilizado más y la pegó en su carpeta. Como me ha sucedido en las pocas oportunidades en que pude trabajar poesía en un grado, sin importar la edad de los alumnos, se generó un clima de gran interés en el que cada uno pudo elegir las poesías que más lo movilizaron. Cuando pusimos en común las elecciones apareció, de manera no muy inesperada, un tema que se repetía insistentemente: el silencio y el grito como compañeros inseparables…

Fue más que interesante escuchar los porqués que cada chico tenía para elegir una u otra poesía. Sobre el poema “El silencio que queda entre dos palabras…” de Roberto Juarroz, que despertó tanto sentimientos de tristeza como de tranquilidad e identificación, Camila leía “Existe un alfabeto del silencio, pero no nos han enseñado a deletrearlo.” Y decía, sorprendida, “Es así, profe, es así…hay veces que uno no sabe qué decir y entonces grita cuando en realidad tendría que hacer silencio”; mientras que Jorge, siempre tímido, comentaba sobre esa misma poesía “a mí me hizo pensar en las veces que necesito hacer silencio y estar tranquilo”. En las clases siguientes analizamos metáforas y comparaciones que aparecían en canciones que ellos conocían y estaban incluidas en la selección. Centramos el trabajo en lo que aportaban esos recursos al texto y en qué manera influían en la movilización que generaban en el lector. Después de esa experiencia tan rica de opiniones y sentimientos, tocaba jugar al todo o nada con la escritura. Con el objetivo personal de darles el espacio para expresarse, llené las paredes con dibujos, pinturas, fotos y frases y les di una consigna tan sencilla y tan terrible como “escriban una poesía…pueden basarse en una imagen, en una frase, o en lo que a ustedes los movilice para escribir”… Por supuesto, la primera reacción fue de desesperación. Los primeros veinte minutos se fueron, para la mayoría de los chicos, en lloriqueos pidiendo ayuda bajo la excusa: “yo no sé escribir poesía, por lo menos decinos cómo tenemos que hacer”. Mi respuesta, no sé qué tan acertada, fue que no había una manera determinada de escribir poesía, que releyeran aquellas que habían elegido las clases anteriores, que miraran las imágenes, que se concentraran en algún tema que los movilizara y empezaran a escribir sobre lo que sentían acerca de ese tema, con la única condición de que escribieran en verso. Poquito a poco, todos se sentaron a hacerlo. Tanto se sentaron a escribir, que muchos quisieron quedarse en el recreo para seguir haciéndolo, o se llevaron las poesías a sus casas para mejorarlas; e incluso hubo alguno que siguió escribiendo poesías con independencia del aula y de mis consignas. Este fue el caso de Franco, un chico que todavía no estaba completamente alfabetizado (aún no lograba separar los artículos de las palabras que acompañaban y muchas veces omitía letras), al que le costó entender que yo no le creía cuando me decía  que no escribía poesía, ya que todos los días me cantaba una canción de rap distinta, de su autoría. Me llevé los poemas y volví con la novedad de que a partir de ellos haríamos reescrituras en grupo, hasta llegar a una escritura colectiva de cada poesía. Los chicos, orgullosos de sus escrituras, querían volver a trabajar sobre ellas, pero no los dejé. A cada grupo le tocó una poesía que ninguno de sus miembros había escrito. Una vez reescrita, el nuevo poema cambiaba de manos y, por consiguiente, de forma. Tomé la decisión de escribir de esta manera por dos razones: en primer lugar porque se trata de un grupo muy unido, lo que propició el clima de contención necesario para que las poesías circularan. En segundo lugar, me pareció más sencillo decir entre todos lo que, me daba la sensación, cada uno tenía atragantado y no estaba encontrando el espacio para comunicar. La única condición fue mantener el tema…y sí, fue una condición un poco mentirosa ya que el tema de una poesía varía según la lectura que hace quien la tiene en sus manos. Las poesías colectivas incluyeron, al final, variedad de lecturas e interpretaciones a partir de las mismas palabras. Las clases que quedaron las dedicamos a esta actividad. Así como estaban los orgullosos, también los había vergonzosos que tuvieron que aceptar la consigna dictatorial de compartir sus poesías. El clima se distendió cuando todos vieron que sus compañeros se sorprendían y apreciaban el trabajo que tenían entre manos. (Claro, hubo excepciones…nunca falta el que se toma el trabajo en broma. Pero la reacción general fue de tanto interés, que esos pocos casos se fueron apagando). Cuando me fui, dos semanas después de haber empezado esta secuencia porque había finalizado el primer período de residencia, le regalé a cada alumno un libro en el que aparecían las poesías originales de cada chico y las que fueron producto del trabajo colectivo con cada una de ellas. Y los que quisieron compartieron, con su voz, con la de sus compañeros o con la mía, lo que habían escrito. Comparto ahora, con ustedes, algunas de esas producciones… El libro esta en este enlace: http://issuu.com/maestrohugolich/docs/libro_de_poes__as_7_c._esc._4_d.e.7

Poesía escrita por Guadalupe

La libertad es ciega a su mirar

mientras la paloma enrolla la soga

entre sus ojos.

Ojos  castaños como las hojas secas del otoño.

La habitación es oscura

pero su alma brilla

hasta que el animal vuela por el sol

y encadena su ser a la luna.

Reconstrucción colectiva de la poesía de Guadalupe

La libertad ciega.

La libertad es ciega a su mirar

mientras que la paloma la oprime

y enrolla la soga entre sus ojos.

Ojos castaños como las hojas

secas del otoño. Aunque la

encierre  en la habitación oscura, su alma

siempre brillará.

Hasta que el animal vuele por

el sol y encadene su ser

a la luna.

Poesía escrita por Iván.

A la luz de la luna.

A la luz de la luna

un fantasma que camina

y mientras camina, él mismo

se ilumina esperando una víctima.

Inspirado con su misma cara

que nos mira y nos desafía

a correr a la luz de la luna

mientras nos mira sentado sobre

una silla.

El frío del bosque

lo hace más sombrío que el frío.

Y se hace más cerca.

Y la víctima esperando

que no la encuentre,

llega hasta el puente.

Con su jadeo,

fue hasta la casa de

su primo Tadeo

esperando a que no la encuentre.

Reconstrucción colectiva de la poesía de Iván.

A la luz de la luna

A la luz de la luna.

Una sombra oscura, como los ojos de la noche

camina esperando una víctima.

Se tambalea en su silla

y aunque no lo podamos ver

nos observa y nos desafía

a correr a la luz de la luna.

Tratamos de escapar

como un niño escapa de un payaso.

Sonriente, sus labios se curvan como un árbol

torcido

y con el alma en nuestras manos le devolvemos la

mirada.

El frío del bosque

lo hace más sombrío que él mismo

y se va acercando

mientras la víctima espera.

Llegamos hasta el puente

con nuestro jadeo

y la luna se refleja en el río

como un manto negro.

Una mano se levanta de él

y atrapa a la víctima

mucho antes de que la sombra llegara.

Poesía escrita por Franco.

No sé a dónde ir

Los pájaros vuelan

no se sabe a dónde

pero algunos dicen

que se van al cielo

a volar, a volar.

Pero yo no sé a dónde se van.

Me gustaría ser un pájaro

para saber a dónde ir.

No sé a dónde ir

pero lo que sé es

que me gustaría ir

a un lugar pero

me siento muy bien

en donde estoy.

A mí me gustan las gotas

de agua pero no me gustan

las gotas de mis lágrimas.

Reconstrucción colectiva de la poesía de Franco.

No sé a dónde ir

Los pájaros vuelan

como vuelan las palabras en el tiempo.

No se sabe a dónde van,

pero algunos dicen que se van al cielo.

Cielo azul que ilumina las miradas de las personas.

Me gustaría ser un pájaro

para volar con libertad.

Y para saber a dónde ir.

No sé a dónde ir

pero lo que sé es

que en el hogar donde perduro

tengo las cosas más importantes.

Las aprecio como una madre aprecia a su hijo.

Pero las perdí como las gotas de mis lágrimas.

Me gustan las gotas de lluvia,

pero no me gustan las gotas de mis lágrimas.

Hasta acá una experiencia puntual que trasciende lo personal, pues nos permite suponer que al igual que Fernanda Pellegrino, muchos maestros anónimos, acaso sin advertirlo, consiguen con su trabajo cotidiano desprohibir la educación Ahora, el análisis de la experiencia por los integrantes del Grupo de reflexión sobre la práctica, impenitentes buceadores en las agitadas aulas de nuestras escuelas públicas *La posición de observante de la maestra residente le permite advertir que el “clima” prevalente en el aula es contradictorio con el que ella necesita para desarrollar su proyecto de enseñanza. Por eso se propone, en primer término, generar distención, comodidad, deseo de participar.  A diferencia de los maestros alienados por el carácter individual aislado del trabajo docente, la observante dispone del tiempo y de las herramientas de análisis necesarias para reconocer lo que necesita cambiar y cómo hacerlo *Durante el mes en el que tuvo a cargo clases de matemática y de ciencias sociales profundizó el conocimiento del grupo descubriendo las potencialidades que subyacían a las limitaciones (Chicos muy unidos, con vidas emocionales muy ricas, con fuerte necesidad de decir lo que callaban) La confianza en sus alumnos y en sí misma la llevó a elaborar una propuesta sobre poesía contemporánea aparentemente difícil de concretar  por su contenido y por el escaso tiempo de que disponía para desarrollarla * Fernanda organizó su proyecto didáctico a partir de un concepto inclusivo de poesía contemporánea abarcando desde Girondo hasta Calle 13, pasando por Pizarnik, Galeano, García Lorca, María Teresa Andruetto, Miguel Hernández, Gelman, Santoro, Juarroz, María Negroni, Jorge Boccanera, … Lo armó sin presuponer intereses ni desintereses; comprensiones ni incomprensiones, por eso ofreció a cada subgrupo el mismo material e invitó a leerlo y comentarlo para luego seleccionar y finalmente elegir cada uno el poema que quisiera pegar en su carpeta *Conoce en profundidad el tema y le asigna un sentido definido a su enseñanza, logrando que los alumnos hagan suyo el propósito de acercarse a la poesía sin demasiadas reglas, de disfrutar de su lectura por la lectura misma, de expresar sin autocensura  lo que este tipo de texto les producía *Coherente con su objetivo, no organiza una clase teórica para enseñar los recursos poéticos; no parte de la definición de metáforas y comparaciones para luego localizarlas  en los textos. Orienta a los alumnos para descubrirlas en las poesías con las que están más familiarizados: las canciones que escuchan y cantan con frecuencia. Desde allí,  avanza a su reconocimiento en los poemas más complejos y elaborados. Su objetivo no es el conocimiento formal de los recursos sino la vivencia de su aporte a la producción de los poemas personales o grupales *Su confianza en la validez de la propuesta le da la seguridad necesaria para mantenerla aun cuando los chicos le piden que la modifique. Ella no duda de que podrán escribir y reescribir poemas. Piensa que si les explica cómo hacerlo inhibiría su expresión personal porque, asegura, no hay una manera determinada de hacerlo, pero interviene indirectamente creando un ambiente que estimule y motive la creación: llena las paredes con dibujos, pinturas, fotos y frases y les recomienda que relean las que habían elegido en las clases anteriores, miren las imágenes, se concentren en algún tema que los movilice y empiecen a escribir sobre lo que sientan acerca de ese tema, con la única condición de que lo hagan en verso. Cerramos la presentación reiterando la invitación a participar en el blog con sus comentarios acerca de la experiencia de Fernanda y sobre las reflexiones que suscito en los integrantes de nuestro grupo

Compartir en

Añadir nuevo comentario

Image CAPTCHA