El 26 de julio de 1953: inicio de la Revolución Cubana (III Entrega) | Centro Cultural de la Cooperación

El 26 de julio de 1953: inicio de la Revolución Cubana (III Entrega)

27/09/2010

Dr. Sergio Guerra Vilaboy

Universidad de La Habana

 

Inicio de la Revolución: el 26 de julio de 1953

 

     Ante la pasividad de los partidos tradicionales frente a la dictadura se alzó desde muy temprano la alternativa de la lucha armada para derrocar el régimen batistiano e impulsar una solución radical a los grandes problemas de la sociedad cubana. Ya desde el mismo golpe de estado del 10 de marzo de 1952 se hicieron sentir con particular energía las protestas juveniles, que dirigía la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), que incluso ocasionaron la muerte a un alumno de la Universidad de La Habana.

     En definitiva, fue un abogado casi desconocido de 26 años, Fidel Castro –que aspiraba a representante a la Cámara por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) en las elecciones que debieron celebrarse en 1952-, el encargado de iniciar la insurrección popular contra la dictadura. Con un nutrido grupo de jóvenes –encabezados por Abel Santamaría, José Luis Tasende, Renato Guitart y Pedro Miret- casi todos trabajadores asalariados o desempleados de origen humilde, entrenados en forma clandestina, atacó el 26 de julio de 1953 las fortalezas de Bayamo y Santiago de Cuba, esta última considerada la segunda de la isla.

Fracasado el asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el centenar de hombres guiado personalmente por Fidel Castro, tras un breve combate, debió retirarse. Con un pequeño grupo de sus seguidores el jefe revolucionario se replegó hacia las estribaciones de la Sierra Maestra, mientras más de cincuenta asaltantes que fueron capturados, o que se entregaron después del ataque, resultaron asesinados por el ejército, que sólo reportó en sus filas once muertos y 22 heridos. La presión de la opinión pública y la oportuna movilización de la prensa y las autoridades eclesiásticas salvó la vida del resto de los revolucionarios, entre los cuales se encontraba el propio Fidel y su hermano Raúl Castro.

Desde el 21 de septiembre de 1953, en el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba, fueron juzgados 122 prisioneros, muchos de ellos sin vínculos con los sucesos del Moncada. Fidel Castro, condenado a quince años de prisión –Raúl Castro fue sentenciado a 13 años y los demás asaltantes a penas que oscilaban entre 3 y 10 años de cárcel-, dio a conocer desde el reclusorio su famoso alegato de defensa titulado La historia me absolverá, devenido desde ese momento en el programa de la Revolución.

Este documento, de objetivos democráticos, sociales y nacionalistas, se convertiría en la base para concretar un amplio frente nacional contra la dictadura. Para Lionel Martin con este texto: “Castro adelanta un programa limitado de las reformas, programa que hubiera tenido como respuesta una colisión frontal con la elite cubana en el poder y los inversionistas norteamericanos. Al extender el pleno derecho de los campesinos a ser propietarios de toda finca de menos de 5 caballerías (67 hectáreas) trabajada por ellos [...] [y] se aseguraba a los trabajadores de todas las grandes empresas una participación en sus beneficios del orden del 30% [...] se estaba abriendo un claro conflicto con los intereses de los capitalistas autóctonos y extranjeros.”[1] 

Las medidas propuestas por Fidel Castro incluían la expropiación de todos los bienes adquiridos de manera fraudulenta durante los gobiernos anteriores. En La historia me absolverá se hablaba también de la necesidad de una reforma agraria y de la nacionalización de los monopolios norteamericanos que controlaban la electricidad y los teléfonos. Para el propio Martin: “El alegato auto defensivo de Castro era una punzante condena a todo el sistema socioeconómico cubano en bloque. Castro habla de la gran carga social del paro, de la tragedia en el campo de la vivienda, de la ausencia de una política de salud pública, de la mísera condición de los campesinos y de la omnipotencia de los más grandes terratenientes.”[2]

Casi dos años después del asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro y sus compañeros salieron de la cárcel (15 de mayo de 1955), favorecidos por una amnistía general dictada por el gobierno de Batista para intentar legitimar la reciente farsa electoral que había convalidado la dictadura en noviembre de 1954. Muy pronto los moncadistas, como ya se les conocía, se vieron obligados a marchar al exilio ante el asfixiante clima represivo existente en Cuba. El propio líder del 26 de julio viajó a México al considerar que se le habían “cerrado al pueblo todas las puertas de la lucha cívica”.[3]

Antes de partir, Fidel Castro dejó organizado a los sobrevivientes del Moncada y a nuevos partidarios en el Movimiento 26 de Julio (M-26-7). Entre los primeros dirigentes del M-26-7, figuraban además de Fidel y Raúl Castro, Pedro Miret, Jesús Montané, Armando Hart, Melba Hernández, Haydeé Santamaría, Antonio (Ñico) López y Faustino Pérez.

El primer manifiesto de la nueva organización fue dado a conocer en México el 8 de agosto de ese año. Denominado Manifiesto Número 1 del Movimiento 26 de Julio al Pueblo de Cuba, es considerado por Lionel Martin “un documento aún más radical que La Historia me Absolverá”,[4] aunque se basaba en los mismos puntos del alegato de Fidel Castro en el juicio del Moncada. Prueba de ello es que en una de sus partes señalaba “A los que acusan a la revolución de perturbar la economía del país, les respondemos: para los guajiros [campesinos] que no tienen tierra no existe economía, para el millón de cubanos que están sin trabajo no existe economía, para los obreros ferrocarrileros, portuarios, azucareros, henequeneros, textileros, autobuseros y otros tantos a quienes Batista ha rebajado sus salarios despiadadamente no existe economía, y sólo existirá para todos ellos mediante una revolución justiciera que repartirá la tierra, movilizará las inmensas riquezas del país y nivelará las condiciones sociales poniendo coto al privilegio y la explotación.”[5]

También hacía “un llamado sin ambages a la revolución”[6] y entre sus propuestas incluía la reforma agraria, reducción de impuestos, restablecimiento de derechos laborales, participación de obreros y empleados en ganancias de las empresas, industrialización del país, amplio programa de construcción de viviendas y rebaja de sus alquileres, nacionalización de servicios básicos, desarrollo de la educación y la cultura, reforma al sistema judicial y confiscación de bienes malversados.

Fidel Castro hizo una intensa campaña de recaudación de recursos para financiar la futura expedición, en lo fundamental por Estados Unidos. En cada sitio que visitaba fundaba clubes patrióticos como en New York, New Jersey, Bridgeport (Connecticut), Miami, Tampa, Cayo Hueso. Fue durante ese recorrido proselitista, el 30 de octubre de 1955, en New York, cuando el líder moncadista declaró por primera vez: “Puedo informarles con toda responsabilidad que en el año 1956 seremos libres o seremos mártires”.[7]

      En forma casi paralela, otro movimiento opositor, el Directorio Revolucionario (DR), constituido el 24 de febrero de 1956 por jóvenes pertenecientes a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se sumaba a la lucha armada contra la dictadura de Batista. El 31 de agosto de 1956 los líderes del M-26-7 y el Directorio, Fidel Castro y José Antonio Echeverría respectivamente, firmaban un pacto conocido como Carta de México. Aunque ambas organizaciones tenían diferentes concepciones de lucha, pues la primera priorizaba la actividad guerrillera y la segunda las acciones armadas en las ciudades, en el acuerdo, que tenía 19 puntos, decidieron coordinar sus acciones con el “propósito de derrocar la tiranía y llevar a cabo la revolución cubana”.[8]

 

El desembarco del Granma

 

      Unos meses después de estos significativos acuerdos, el 25 de noviembre de 1956, salió de México en el yate Granma la expedición organizada por Fidel Castro. La integraban 82 hombres –entre ellos el médico argentino Ernesto Guevara-, todos determinados a reanudar la lucha contra la dictadura batistiana. El arribo a la isla debía coincidir con la sublevación de la ciudad de Santiago de Cuba organizada por Frank País, nombrado “jefe nacional de acción” del M-26-7, quien en dos ocasiones había viajado a México para coordinar el levantamiento. Pero la sorpresiva rebelión de Santiago de Cuba se produjo el 30 de noviembre, dos días antes del desembarco del Granma. Tampoco tuvo suerte el grupo organizado por Celia Sánchez para esperar a los expedicionarios en la costa sur de la provincia de Oriente y facilitarles el desembarco.

La falta de sincronía y la persecución gubernamental llevaron a la dispersión de los expedicionarios tras el inesperado combate de Alegría de Pío (5 de diciembre); muchos de estos fueron asesinados por el ejército, entre ellos Juan Manuel Márquez, el segundo jefe de la expedición del Granma. De los 22 sobrevivientes, sólo 12 lograron inicialmente alcanzar la Sierra Maestra –entre ellos Fidel y Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Faustino Pérez y el Che Guevara-, gracias a la ayuda de los campesinos, previamente alertados por Celia Sánchez.

A pesar de los duros reveses y la exigua tropa, la guerrilla poco a poco se fue consolidando en la Sierra Maestra con la incorporación de nuevos combatientes y gracias al apoyo de la población rural más pobre, refugiada en el macizo montañoso. El 17 de enero de 1957 el naciente Ejército Rebelde –formado por 18 expedicionarios y 14 campesinos mal armados- realizaba sus primeras acciones al atacar con éxito el pequeño cuartel de La Plata e imponerse, cinco días después, en el encuentro de Llanos del Infierno.

Al mes de estos combates, y cuando el régimen de Batista negaba la existencia de guerrillas en la Sierra Maestra, un afamado periodista del New York Times, Herbert L. Matthews daba a conocer un reportaje sobre la reunión sostenida con Fidel Castro el 17 de febrero de 1957. La publicación de la entrevista de Matthews realizada en las intrincadas montañas orientales fue una efectiva propaganda en favor de los rebeldes, así como ocurriría después con los reportajes fílmicos de otros dos periodistas norteamericanos –Robert Taber y un camarógrafo- trasmitidos por la cadena de televisión Columbia Broadcasting System (CBS) de Estados Unidos.


[1] Lionel Martin: El joven Fidel. Los orígenes de su ideología comunista, Barcelona, Editorial Grijalbo, 1982,  pp. 157-159.  Véase también de Fidel Castro: La historia me absolverá, La Habana, Editora Política, 1964.

[2] Ibid.

[3] Citado por Nydia Sarabia: Antecedentes de la lucha de liberación en Cuba, 1955-1956. Apuntes para una historia de la Revolución Cubana, (inédito), p. 29.

[4] Martin, op. cit., 188.

[5] Ibid.

[6] Incluido en el anexo documental de Nydia Sarabia, ibid., pp. 9-10.

[7] Vicente Cubillas: “Mitin oposicionista en Nueva York”, Bohemia, noviembre 6 de 1955, p. 60. Citado por Nydia Sarabia, op. cit., p. 40.

[8] Citado por Nydia Sarabia, op. cit., p. 100.

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