América profunda sigue fagocitando | Centro Cultural de la Cooperación

América profunda sigue fagocitando

16/11/2012

Juan Pablo Pérez

CCC

A 50 años de la primera edición del libro América Profunda (1962) de Rodolfo Kusch (1922-1979), es pertinente ubicar esta obra como nodal, dado que condensa el desafío de elaborar un pensamiento popular situado. De algún modo, obliga a seguir reflexionando sobre el horizonte inmediato que discute los múltiples modos de pensar la sedimentación histórico-cultural de los pueblos y las identidades de Nuestra Mayúscula América Profunda. Esta necesidad de comprender los avatares del siglo XXI en nuestro continente lleva a preguntarnos ¿Por qué pensar a Kusch hoy? ¿Cuál es el sentido de traer al presente categorías que edificaron un singular esquema teórico en los años sesenta y setenta?

La construcción de nuevas cartografías simbólicas intenta trasvasar los modos de elucubrar la realidad a partir de los cambios de paradigma de lo moderno a lo posmoderno. En este contexto globalizado y de homogenización de las identidades en clave “multicultural”, reverdecen autores que reducen las nociones kuscheanas de la geocultura territorial como marcas indelebles de los “esencialismos latinoamericanos”. Sin embargo, en la mayoría de los casos se pierde de vista que los trabajos de campo realizados por Kusch plantean tempranamente una epistemología crítica, interdisciplinaria y decolonial a la hora de elaborar un relato propio, donde la construcción de sentidos es parte indisoluble de escuchar afectuosamente al otro, y desde ahí coagular un modo singular del pensar sensible en general. Esta honda dimensión de Rodolfo Kusch nos sacude, nos corre de eje, al leerlo tuerce el mapa teórico provocando un desacomodamiento de lo sistémico, y produce una filosa interpelación al interior de cada disciplina. Elaborar la idea de que el pensamiento está gravitado por el suelo que habitamos hace al desdisciplinamiento academicista y a nuestra propia vivencia cotidiana como una manera posible de quebrar los postulados hegemónicos diagramados por occidente.

Solo destaco dos cosas en esta breve reflexión: una que atañe al ámbito artístico tan caro a Kusch desde la década del cincuenta, tanto en “Anotaciones para una estética de lo americano” (1955) como en “Planteo de un arte americano” (1959); en donde piensa el “gran arte” (en el teatro y la plástica) como una confesión, cercano al rito, a través de un conjuro mágico en el arraigo que implica lo comunitario. Aquí concibe la experiencia artística por fuera de la categoría moderna de “arte” occidental, a contrapelo de la institución arte, y bajo otras matrices visuales y sensibilidades simbólicas que obedecen a una construcción colectiva, que quizás no encuentre parámetros formales para ser denominado como “arte” a secas.

La segunda, vale la pena insistir en el presente con la hipótesis planteada en el “Exordio” de América Profunda, cuando intuye que las subjetividades en América implican un proceso de sedimentación y conflicto que arrastra a las culturas originarias prehispánicas y sus continuidades realimentadas por los procesos de migraciones en tránsito (siglo XIX y XX). Podríamos incluir además, los migrantes forzados política y económicamente desde la última dictadura cívico-militar hasta las actuales desterritorializaciones globales que hacen a la constante fagocitación cultural a la hora de imaginar las diversas confluencias identitarias de nuestra América. Allí radican los imaginarios simbólicos que seguimos soñando e inventando con nuevas relecturas del pensamiento de Rodolfo Kusch.


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